martes, diciembre 08, 2015

La más perfecta carne

 
 
 

La más perfecta carne al partir

Parte el ser

En mil fragmentos desiguales

Un sentimiento de profundo

Y singularísimo

Afecto

Me inspiraba Noelia

 

Cuando su rostro atravesó

La ventana

Su magnífica cabellera de lluvia y llanto

Llamó la descarga

Un fuego hasta ese entonces desconocido

Que ni abraza

Ni envuelve

Ni quema

Encendió la más perfecta carne

Que al arder

Rompió su imagen

En mil porciones diminutas

 

Amarga y torturadora

(No de Eros, no de Psique)

Fue la convicción gradual

De que en modo alguno

Yo podría definir

Su carácter insólito

O regular su intensidad



Texto: Eduardo Magoo Nico

Ilustración: Gustavo Piccinini

jueves, noviembre 12, 2015

Néstor Ortiz Oderigo

 
 

DICCIONARIO DE AFRICANISMOS EN EL CASTELLANO DEL RIO DE LA PLATA

 
(Algunos ejemplos resumidos por mi de esta magnífica obra, al solo efecto de su divulgación) E.M.N.

 
Ají. Los esclavos y sus descendientes brindaron "platos" diversos a la cocina del Nuevo Mundo, distintos condimentos y aun técnicas y utensilios para la preparación de los alimentos. El ají es uno de estos ingredientes. La dicción aparece en distintas lenguas africanas. En el idioma hausá o ausá, posee el significado de "especie picante", "algo picante", etc.

¡Ajó! Interjección con que se incita a los niños para que hablen. T.J. Bowen, en su Grammar and Dictionary of the Yoruba Language, Washington, 1858, cita la exclamación nagó o yorubá ¡ojo!, que bien puede haberse trocado en ajó gracias a los dilatados años durante los cuales el vocablo africano surcó las rutas americanas, sobre todo pronunciado por las amas de leche y las mucamas que, provenientes del Africa, trabajaban en América.

Amurar. En el lunfardo o caló de nuestra ciudad el vocablo adquiere distintas acepciones. La palabra proviene del hausa, hausá o ausá en el que amure significa "casamiento". También se registra el sentido de "abandonar". Con esta última acepción, dice el tango: "Percanta que me amuraste en lo mejor de mi vida".

Bamba. Bamba era una de las seis antiguas provincias del viejo y famoso Reino del Congo. En el Río de la Plata otorgó denominación a una "nación" congoleña. En México, el vocablo bamba brinda nombre a una conocida y vetusta danza folclórica de origen africano, hija del negroide Estado de Veracruz. El término procede del kimbundu m bamba que significa "nudo". De ahí que los bailarines, sin interrumpir el desarrollo de la danza, anudan una soga con los pies. En la Argentina, los miembros de la "nación" bamba poseían un canto titulado Bamba queré, que aún hoy posee amplia vivencia y vigencia folclórica en el Brasil.

Badulaque. Tonto, persona de poca razón y sin fundamento en sus ideas o comportamiento. La dicción encuentra su génesis en el idioma cafre, pueblo bantú que habita en la parte oriental de Africa del Sur.

Benguela. Al amparo de la denominación de benguelas o banguelas se introdujeron en el en el Río de la Plata innumerables esclavos. En la Argentina, la "nación" de estos nombres, aliada de sus congéneres los comundás, llegó a conquistar un agudo vértice de significación. Trátase de un grupo etnocultural de raíz bantú. En el candombe nos decía un anciano informante afroargentino se practicaba el "toque" tamborístico benguela, caracterizado por su tempo o movimiento rápido, violento y raudo.

Cachimbo. Pipa rudimentaria que usaban para fumar los negros y las negras del Río de la Plata, sobre todo durante la época de la esclavitud. Estribaba en una fina caña de alrededor de treinta centímetros de longitud, por la cual pasaba el humo del tabaco o del pango que se quemaba en un pequeño receptáculo, por lo general de arcilla. Jose Antonio Wilde en su conocida obra sobre nuestra ciudad y sus costumbres anota: "Las negras lavanderas allí en el verde en invierno y verano, hacían fuego, tomaban mate y, provistas cada una de un pito o cachimbo, desafiaban los rigores de la estación...". El termino procede del vocablo kimbundu ka-tchimbu.

Cachucha. Baile afrohispano también conocido con la denominación de María Cachucha, nombre con el que en el Río de la Plata se incorporó al ambito de los juegos infantiles. en el lunfardo porteño, el vocablo designa el órgano genital femenino. Es un africanismo engendrado en el horizonte de las culturas angola congoleñas.

Candombe. El vocablo candombe brinda denominación a una ceremonia afrorioplatense de dilatada tradición. Se adjudica el nombre al ritual que se llevaba a cabo, a la especie musical con que se acompañaba y al tambor unimembranófono que señalaba su pulso. Deriva del adjetivo kimbundu (erguida rama del frondoso árbol de los idiomas bantúes) ndombe, cuya acepción es "negro", y el prefijo de concordancia ka que aparece con suma frecuencia en esa lengua. Por consiguiente, significa "negro", "perteneciente a los negros", "propio de los negros", etc. Ha sido registrado en distintas latitudes africanas en que florecieron las culturas bantúes. Y hasta una región de Angola, desde la cual llegaron millares de negros al Río de la Plata, lleva la denominación de Candombe. Por otra parte, fue incluido en el canto patriótico en que los negros uruguayos celebraron la libertad de vientres rendían homenaje a la Constitución. Suscripto por "Cinco ciento neglo de tulo nasiones", ha sido adjudicado a Francisco Acuña de Figueroa:

Compañelo di cadombe

pita pango e bebe chicha.

Ya le sijo que tienguemo

no se puede sé cativa:

Po léso lo Comundá

lo Casanche, lo Cabinda,

lo Benguela, lo Monyolo,

tulo cantag tulo grita...

Congo. Extensa comarca del Africa ecuatorial. Está poblado por negros bantúes. Congo también es una danza afroamericana bailada en diversos países del Nuevo Mundo, sin excluir a la Argentina. Se relaciona con la coronación de los reyes congos. Esta danza también se bailaba, semejante a la congada afrobrasileña y al candombe afrorioplatense en la Plaza Congo de Nueva Orleáns, Luisiana, Estados Unidos, donde la observó el escritor Lafcadio Hearn. La danza congo pertenece al acervo musical y coreográfico que respalda al jazz y a diversas ramas de la música afroestadounidense. En el Río de la Plata presenció la ejecución del baile citado al amparo de las denominaciones de chica, chika o martinica. Asimismo, el vocablo congo proporciona título a un tambor unimembranófono afroargentino, también llamado omo o niño, y utilizado asimismo por los negros de Haití para acopañar sus bailes litúrgicos y seculares. El vocablo congo dimana de la voz congoleña kongu, que significa "viejo", "antiguo".

Cumbia. Baile afropanameño y afrocolombiano. Este vocablo proviene del término yoruba o nagó kumba, que significa hacer ruido, gritar, armar escándalo; así como brujo, hechizero, mago, adivino.

Chimango. Ave de rapiña, de color pardo oscuro, pico y garra curvos. La palabra encuentra su fuente de orígen en la voz kimbundu xima-ngu.

Chongo. Vocablo de linaje kimbundu. Lo empleaban los tratantes de "marfil negro" para referirse a los esclavos robustos, dotados de excelentes condiciones físicas que los tornaban muy aptos para el trabajo. En el lunfardo de nuestra ciudad, y en el ámbito de cierto tipo de personas, se adjudica al individuo poseedor de cualidades "pronunciadamente varoniles".

Mucama. Se trata de un término africano derivado del kimbundu mukama, formado por el prefijo de primera clase mu y el radical kama. Durante la época colonial, en el Brasil, se aplicaba a las jóvenes esclavas que trabajaban en las casas de familia y eran amantes de patrones. La misma acepción posee la dicción en Angola, desde donde llegó la voz al Río de la Plata.

Milonga. Denominación de uno de los bailes tradicionales de nuestro país. En kimbundu, la voz, que se construye con el prefijo mi y longa, palabra, y cuya forma singular es mulonga, literalmente quiere decir "multitud de palabras", "palabrería hueca", "disputa verbal", "discusión acalorada", "querella", etc. Con idéntica significación se la utiliza en el Brasil y, sobre todo, en Pernambuco, donde la hemos escuchado pronunciar. Agreguemos que milonga, tango primitivo y ragtime poseen el protoplasma y la membrana del mismo núcleo de la célula musical africana y afroamericana. Cabal ejemplo de ello, entre muchos otros, es la página rotulada El porteñito, de Angel G. Villoldo, que es un ragtime perfecto, un Perfect Rag, como dice la obra de Jelly Roll Morton. Además de la acepción apuntada, en el idioma kimbundu, posee el significado de "mujer de vida inmoral" y en este caso se utilizan asimismo formas como milonguita y milonguera.

Mina. Trátase de un término muy notorio en el lunfardo o caló porteño. Según nos informan diversos viajeros y exploradores, los negros minas cobraron notoriedad por sus fiestas y diversiones en el que las mujeres lucían aderezos espléndidos y espectaculares y vistosas y rutilantes alhajas, así como demostraban un carácter jovial y expansivo. Por lo cual la voz de que hablamos se convirtió en una expresión alusiva a la mujer y en particular a la mujer de vida disipada. Vale la pena señalar que los negros minas, también llamados guin, integrantes de una de las naciones sudanesas que la marea esclavista trajo al Río de la Plata, heredaron el primero de estos nombres del tristemente célebre fuerte Elmina o Sao George de Mina, capital emporio de esclavos en poder de los portugueses y la primer factoría negrera, fundada en el año 1470 y visitada por Colón en sus andanzas esclavistas antes de emprender viaje al Nuevo Mundo. El vocablo pertenece al idioma yorubá o nagó de Nigeria y parte del Dahomey, en el Africa Occidental.

Pango. Hierba que utilizaban los negros del Río de la Plata y de otras regiones americanas en lugar de tabaco para fumar. Su nombre científico es Cannabis sativa L. Beaurepaire Rohan anota que es "el nombre angoleño del cañamo". En kimbundu, el cáñamo se denomina pango o diamba. La corriente esclavista introdujo el pango en diversas latitudes del Nuevo Mundo, aun la Argentina y el Uruguay, países en que los negros lo fumaban en sus pipas, cachimbos o pitos. Francisco Acuña de Figueroa, en su Canto patriótico de los negros, que aparece en el conocido Parnaso Oriental, escribe:

Compañelo di candombe,

Pita pango y bebe chicha, (...)

Tango. A nadie pueden conformar, ni remotamente, las apresuradas incursiones filológicas que, hasta el instante en que vivimos, se han realizado acerca de esta voz, sin tener el más leve conocimiento de lenguas africanas, ni de cuestiones africanistas. Puntualicemos sin tardanza que la dicción tango es, lisa y llanamente, un africanismo, una corrupción del nombre de Shangó o Changó, dios del trueno y las tempestades y numen de la música, así como posee otros atributos en la mitología de los negros yorubás de Nigeria, en el Africa Occidental. Y esta aseveración cobra cuerpo y se robustece si tenemos en consideración que en la Argentina, así como en otros países de nuestro continente, el tambor llevaba el nombre de la popular danza y que, en la mencionada mitología, Shangó es el dueño de los membranófonos, a tal punto que existen ciertos percusivos, como los batás que, hasta la hora presente, sobreviven en Cuba y acaso en Trinidad, donde los rituales litúrgicos de origen africano llevan, precisamente, la denominación de Shangós, que sólo se tañen para ese dios temido y temible.

Tango cayengue. La expresión se aplica a los tangos de tañidos bien "quebrados", "a lo raza africana", como antes mal se decía.
 
 
Néstor Ortiz Oderigo, "DICCIONARIO DE AFRICANISMOS EN EL CASTELLANO DEL RIO DE LA PLATA", EDUNTREF, Editorial  de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, abril de 2007.
 
 
 
 
 

 

sábado, septiembre 26, 2015

El gorro frigio

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                        

El gorro frigio


Quiroga bebió el láudano que yo había refutado, y en el calor de la tarde misionera, recostado como estoy ahora en esta hamaca, comenzó a hablarme rítmica y pausadamente, de cosas que le escuchó contar a un viejo mensú, que lo ayudara en el desmonte de su chacra. Era la historia de unas gemelas. Rubia y de ojos negros una de ellas, morena y de ojos verdes la otra, que se preñaron casi al mismo tiempo, y para “pior” siendo vírgenes. De una dicen que concibió a su hijito de una semilla de almendro; de la otra que se metió en la madre un grano de una granada reventona. Cada año, llegada la primavera, con la vegetación que no dejaba de crecer, los hijos de estas dos chicas, eran festejados a la grande. La mayor se llamaba Wanda y la menor Nené, las dos habían nacido en lo más profundo de la selva misionera, allí donde un descendiente directo de uno de estos dos primos, un tipazo enorme, rompiendo porque sí un bochón de roca dura con la maza del hacha, encontró en su interior cristales preciosos. Ahora “Wanda” es un lugar por todos conocido.

Pues bien, parece que uno de los primos murió en una cacería, atacado por un enorme pecarí enfurecido, y el otro, borracho y fuera de sí por la pena de un amor no correspondido, se quiso cortar los huevos con una navaja, con tal falta de pericia, que murió desangrado el pobre. ¡Una barbaridad! Pero es así como me lo contó Quiroga... Y parece que más luego, la gente de ese lugar dejó de comer la carne de pecarí, y los sacerdotes del "Culto de los Dos Primos" (hijos de un Granado y de un Almendro) con la sabiduría y abnegación que no suelen poseer nuestros sacerdotes, se castran “religiosamente” antes de tomar los hábitos, quiero decir, antes de hacerse brujos o curanderos. A éstos los pobladores los llamaban Gallos, y según me dijo Quiroga, usaban un sombrerito con una especie de cresta roja o crespón.

Eran tan raras sus danzas y cantos cuanto pueden ser extrañas para nosotros las de los polacos. ¿Te ha tocado verlos alguna vez en la Colonia? A su paso se los cubría con pétalos de orquídeas y flores de color lila. Ellos comenzaron con esta vaina del Árbol Bueno. El 22 de septiembre se cortaba un pino y se lo llevaba a la aldea. El 23 se realizaba allí una gigantesca Zarabanda, donde todos, hasta los que jamás había tocado un instrumento, mantenían alto el clamor de una música obsesiva y estridente, que sonaba del alba al atardecer. Así es como recuerdo que me lo describió Don Horacio. Es como si lo tuviera aquí delante ahora mismo, porque él usaba unas palabras bien escogidas y precisas, que era un gusto escucharlo. Aunque no siempre yo le entendiera todo...

El 24 la sangre debía cubrir el gorro que llevaba puesto sobre la cabeza el joven dispuesto para el sacrificio, atado al árbol y envuelto enteramente por tallos y flores de violetas silvestres. El gorro, que en el inicio de la ceremonia era blanco, llevaba un pequeño pliegue en lo más alto del cono, como en el gorro frigio. ¿Lo tiene presente? El sumo sacerdote de los Gallos era siempre un polaco de la Colonia, el de ese tiempo se hacía llamar Abel (es bien sabido que a los polacos les encanta que los castren). En ese día y en medio del desenfreno más increíble, los novicios sacrificaban su virilidad y la lanzaban al gorro frigio. El joven atado al árbol era atravesado entonces por flechazos que debían solo herirlo levemente. Al "voluntario" parece que se lo compraban a los milicos, y lo traían por lo general del Chaco. Podían ser tanto fugitivos de La Forestal, como colonos caídos en desgracia... Pero debía ser, eso sí, bien bonito el muchacho. Al cuerpo de este maravilloso efebo atado al árbol, cubierto de violetas y de sangre, que era luego enterrado, llorado y resurrecto, se lo llamaba “El Melincué”, tal vez porque la primera víctima del Sacrificio del Árbol, provenía de ese sufrido pueblo del sur de Santa Fe.

En el origen, al Melincué se lo mataba en serio, y luego “de resucitado” se lo representaba con un muñeco hecho de paja y cubierto de ramas de granada y almendro. Con el paso del tiempo, ya más civilizados, empezaron a hacerlo de mentirilla, como tantas otras cosas de este mundo. Y no sé porqué ditirambos modernos, hoy se lo venera embalsamado al que le dió nombre al primer “Melincué” en una gran heladera de cristal de roca, que hace las veces de urna transparente. Está en el Templo de las Cien Heladeras, en San Ignacio Miní. ¿Vos fuiste alguna vez allí? Yo estuve. ¡Impresionante! Y está perfectamente conservado...

Por fin, el 25 de septiembre es el día de la gran fiesta que todos conocemos, y que en Wanda aún mantiene su antiguo nombre: "Svetlan Melincuet". Y todo ese gringuerío extraño, cruzado por generaciones con indios de toda laya, salen como pitufos al polvaderal de las calles, abandonándose a cuanto desvarío se les ocurra. Eso sí, con el gorro frigio bien calzado en la mollera. Porque son todos muy republicanos, ellos. Yo no estoy tan seguro de que sea cierto, pero al menos así era como debía ocurrir, en la historia que me contó Quiroga.


Texto: Eduardo Magoo Nico

En la foto: Horacio Quiroga (a la izquierda de la imagen) ahuecando un tronco de àrbol para construir una canoa. (Archivo Nacional).


viernes, mayo 15, 2015

Al ver verás



¿Era o no era una Sirena?
Bajo el tinto sudor
Brillaban las variantes
La marinería exaltaba la figura del tahúr
Mientras el fantasma de la forma
Avanzaba por el barro lentamente
Llenando de improviso una huella
Con la córnea exultante:
-¡Parecen escamas de Sirena!
Ella, ante la evidencia, ni siquiera se mosqueó...
¿Era, o no era, una Sirena?

El agua de los ríos
Las piedras de los lechos
Y el sabor de los helechos
En su boca apretada:
¿Algún amor en la otra orilla?
Tal vez entonces fuese sólo un pescadillo
Con aletas de cristal
(Y su gran cola de mojarra)

Insurgencia
Y contrainsurgencia
Cuando el sol se levantó
El día era ya viejo
Y también en el pellejo
Se asomó ese pinche vello
De un albear desobediente
No
No puede ser una Sirena
Porque la vi sufrir
Y es muy fácil hacerla reír...

Bajo el sol (con la siestita)
En mi cerebro se abrieron en coreográfico abanico
Las ingles de las galesas
Mientras en el baldío
El yuyal crecía con brío

Montañitas picudas
Comenzaban a desplegarse
En un fondo color "azulejo"
(Pongamoslé)
En tanto ella (insistente)
Se proponía meter todo el mar
En un hoyo
Vaciado con un palito
Pero tal vez no fuese una Sirena

Quien ya no tiene, ni el enhebrado resto
De un pucho de amor
Pa' regalar
Puede escamotear un recurso
Y en el doble lazo de su relación imposible
Dejar bien amarrado un misterio

-¿Usted dará cuenta de lo que está diciendo?
-Si señor
-¿Ante un superior?
-Si hiciera falta...
-¿Era o no era una Sirena?
-Mire, mientras supo acontentarse
Di siguro a mi me pareció...
Endispué, ya medio se me volvió pantera

Texto: Eduardo Magoo Nico
Foto: Eduardo Magoo Nico

jueves, marzo 26, 2015

Imán



Habíamos navegado apenas

Por un pequeño vaso de agua

Cristal de avena

Pura luz

Tu piel

Despojada como un guante

De tu cuerpo

Mientras en tus pelos pampas

Cientos de ladillas preparaban

El último malón

Creíamos que el mundo era reducible a un vaso
             
Texto: Eduardo Magoo Nico 
Imagen: María Gabriela Epumer by Aspix 

                                                                            

domingo, febrero 01, 2015

Yo soy la Perla




La carne blanca de las raíces

Que se mezclan

Tenía sus razones:

No había escapatoria

 

Por primera vez abiertas

A la tierna indiferencia del mundo

Subterráneo

No percibían sino la humedad

De lo recién anegado

El ímpetu del agua

 

Hundiéndose aún más en la penumbra

Encontraron un rostro

Más blanco que sus más delicadas gemas

 

-Mi deseo no era otro que completar la dicha de un hogar feliz...

(Siempre me bastaron las migajas)

 

-Yo soy Perla, la perla del mercader

Aquí yazgo enterrada, bajo estos pastizales...

¡Un día harán con mi virgo un relicario,

Y seré la nueva santa de todas las putas!

 

-¿Es cierto que el amor es como un lobo hambriento?

 ¿Que todo lo devora?

 

-Quien quiera que sea el genio

De estos lugares imposibles

Carece de talento...

¿Sólo por que ha puesto allí esa escalera

Cree que conserve algún sentido volver a comenzar?

 

(Manos que se inquietan

Coyunturas arqueadas

Gemir

Trepidaciones y pataleos...

Era entonces joven

Y los jóvenes creen

Que todas las edades

Están a su disposición)

 

-¿Acaso piensa (mil veces maldito y reconcebido) que sólo porque existe la escalera

Vale la pena volver a comenzar?
 
 
 
Texto: Eduardo Magoo Nico
Ilustración: Johannes Vermeer, "La joven de la perla" (1665).