viernes, diciembre 02, 2005

Historia de una evolución

Los niños maldecidos





Sus primeras caricias

Astucia extraña, pasiva aceptación, solapada furtividad

Ella estaba asustada

Desorientaba y hacía sufrir

No era una niña

Tampoco demasiado melindrosa

Falsa en los hechos y falaz en la ficción

(-Mirá quien habla...)

Perforable como una bolsa llena de sangre

Podía contar con dos o tres sueños

De esperpento

Para retroceder con ojos furibundos

(-Lo dejo así)


Después del primer contacto

Apenas

(Tácito el acento)

Entre los tiernos labios

Y la blanda piel

Nada parecía haber cambiado…

Sus movidas secretas

Ese procurarse un no denunciado goce

Disimulando con él

Su propia complicidad

Una sensación táctil

Un punto ciego

Y todo estaba perdido

(-¿Qué estás diciendo?)


Era como si se izara una señal

Un infame prurito

De falso resentimiento:

Esos modos

Ese esquivo y melancólico acercamiento

Demasiado irresistible para no ser gustado en secreto

Demasiado sacro para ser abiertamente violado

(-¿Entonces?)


Encanto

Siempre al acecho en el silencio de las emboscadas

Y en sus prudentes y minuciosas provocaciones

El respiro quemante

Los labios abiertos

Mucho tiempo antes

En un pasado indefinido e infinito

A la “bambina” le gustaba estar sentada en una mesa

En el calor más implacable

Tan chiquitita 

Tan poco vestida

Que parecía una orquídea que imitase a un insecto


La punta de la lengua se le arrollaba

En un ángulo de la boca

Mezclando una especie a la otra en el diseño

El espejo de Venus

Se inclinaba sobre ella

Mientras ella se inclinaba sobre su propia obra

Podía mirar entonces por entre su espléndida ensenada

El magnifico escollo del coxis



La bizarra nenita

De cabellos de ala de cuervo

Tan pequeña

Tan poco vestida

Con el corazón que martillaba

Sin admitir su propia aceptación

(-No puedo pararlo)

Dejaba que su boca ascendiese por su cuello tibio

Hasta la nuca caliente

(-Apenas logro soportar el temblor)

El vivo empurpurarse del lóbulo descubierto

La gradual torpeza que le trasmitía al pincel

¡Un signo temible!

(-Si Usted lo dice…)

La imagen que había dejado a su espalda

Como una llama protegida por su mano

Y transportada a lo Oscuro

Volvía a la pureza

En cuya sede, ahora una muchachita radiante de sudor

Acunaba una maravillosa flor escarabajo



Pero la naturaleza es desarrollo y movimiento

(-Un callejón sin salida)

(-No es cierto)

Y la ignominia y la ambigüedad

De un rapto incomparablemente mayor

Se le presentó una tarde, a pies desnudos...

El beso la dejó confusa y extasiada

(-Estoy ocupada)

(-Yo, muchisimísimo más…)

Con una sonrisa se volvió

Hacia su terrible flor

Y a la mañana siguiente

Con un salto

El tigre de la felicidad

Se materializó a su lado

Texto: Eduardo Magoo Nico