lunes, septiembre 12, 2011

Marina Tsvietáieva






Me dirijo exigiendo fe
y pidiendo que me amen.

Días y noches hablando y escribiendo:
La verdad que se afirma o que se niega.
La tristeza me invade con frecuencia.
Con sólo veinte años.

Me espera –ya lo sé–
El seguro perdón por las ofensas,
por toda mi irrefrenable ternura
y por mi aire demasiado altivo.

Por la velocidad de los sucesos,
Por la verdad y el juego…
Me tienen que escuchar.
Y amarme antes que muera

8 de diciembre e 1913


AMIGA

Bajo la manta de felpa
evoco el sueño de ayer.
¿Qué, de quién fue la victoria?
¿Quién se dejó vencer?

Otra vez el recuerdo,
otra vez el dolor.
Lo que no tuvo nombre,
¿puede llamarse amor?

¿Quién fue cazador? ¿Quién presa?
¡Todo endiablado, al revés!
¿Qué oyó el gato siberiano
ronroneando a placer?

En aquel duelo obstinado,
¿qué mano daba el saque?
De los dos corazones,
¿cuál volaba a galope?

Con todo, ni sé qué fue,
qué quiero, o por qué me quejo.
Sigo sin saber: ¿vencí
o me vencieron?

23 de octubre de 1914


(A Alia, su hija)

Algún día, criatura encantadora,
para ti seré sólo un recuerdo,

perdido allá, en tus ojos azules,
en la lejanía de tu memoria.

Olvidarás mi perfil aguileño,
y mi frente entre nubes de humo,

y mi eterna risa que a todos engaña,
y una centena de anillos de plata

en mi mano, el altillo-camarote,
mis papeles en divino desorden…

Por la desgracia alzadas, en el año terrible,
Tú eras pequeña y yo era joven.

Noviembre de 1919


REGRESO DEL LÍDER

El caballo… cojo.
La espada… oxidada.
¿Quién es el líder
jefe de multitudes?

Paso –una hora –.
Respiro –un siglo–.
Mirando hacia lo bajo,
donde se encuentran todos,.

Enemigo o Amigo
espina o Laurel.
Todo sueña.
El Caballo es él.

El caballo… cojo.
La espada… oxidada.
La capa, vieja.
Mas derecho el cuerpo.

3 de julio de 1921



Cruel edad,
Amor perseverante.
Manos: resplandor y sal.
Labios: azabache y sangre.

Trueno en el pecho izquierdo,
en la frente resentido.
Así –la frente en la piedra–,
¿quién te ha amado?

¡Adiós, intenciones! ¡adiós, ficciones!
Aquí –alondras–, aquí –madreselva–,
aquí –con las manos llenas–, entregada
a mis salvajadas –y a mis sedas–,
a mi arcoíris de llanto,
a mis murmullos, tanteos…

¡Vida querida!
¡Deseosa todavía!
Recuerda el peso
En el hombro derecho.

Rumores anochecidos…
¡Con las aves me levanto!
Mi radiante plumazo
surca tu manuscrito.

12 de junio de 1922




La vida miente inimitablemente:
más allá de la espera, la mentira…
Mas por el temblor en todas las venas
¡podrás distinguir la vida!

Es como echarse sobre el trigo: zumbido, azul…
(¡Aunque sea echar mentiras!) –calor, atalaya…
Rumor, en la madreselva, de cien rejos.
¡Alégrate! – ¡Es un llamado!

Y no me reprendas, amigo mío.
Tan fascinante están nuestras almas,
que ya la frente se abisma en el sueño.
Di, ¿por qué, si no, cantabas?

En el libro blanco de tus silencios,
en la arcilla salvaje de tus “sí”–
callada agacho la frente
porque mi palma es la vida.

8 de julio de 1922


HILOS

Paciencia: así la piedra rompen.
Paciencia: así la muerte esperan.
Paciencia: las noticias maduran.
Paciencia: que la venganza llega.

Te esperaré –con los dedos anudados–
Así la Soberana espera su mancebo.
Con paciencia, como la rima esperan;
con paciencia, se les roen las manos.

Te esperaré –la mirada en la tierra.
Dientes los labios. Pasmo. Piedra.
Con paciencia, como el placer prolongan.
Con paciencia, como ensartan las cuentas.

Crujido de trineo; crujido en una puerta.
Estruendo del viento.
Llegó el más alto decreto:
cambio de reinado: el cortesano vuelve.

Y la casa:
No es terrestre
pero es mía.

27 de marzo de 1923



Fuente: Marina Tsvietáieva, "Antología poética". Poesía Hiperión. Madrid, 1996.