martes, diciembre 05, 2017

César Aira - La luz argentina



“El relámpago seguía siendo instantáneo, nadie lo negaba. Pero lo instantáneo se volvía eterno, por el solo hecho de que alguien lo pensara suspendido. Algo así, se decía Reynaldo, debía de haber sucedido con los famosos jardines colgantes de Babilonia. Un jardín, el del Edén por ejemplo, o cualquier otro, uno de los tantos vergeles que ocuparon la imaginación desocupando a los pensamientos, es en su posibilidad la clave del ocultamiento de las ideas, los Gedanken, un bello sitio salvaje oculta el sombrero de Napoleón, según la famosa analogía, y otras muchas cosas que no se sabe qué son. Es que en el tiempo de la naturaleza el pensamiento no tiene tiempo para hacer frases. Una semilla, por ejemplo, germina en un instante, en el instante de un instante. Cada frase es un dibujito disimulado. El todo resulta difícil de imaginar, porque no hay superficie: los planos están, precisamente, suspendidos. Una muchedumbre perdida entre los árboles buscando el sombrero de Napoleón, puede perder mucho tiempo. Los jardines de Semíramis, en algún momento de la historia, fueron la corona final de la política. De la política más sagaz, ya que embaucaban al mundo con una metáfora demasiado evidente de la actividad humana. Con un exceso de fotosíntesis. Porque siempre habría una reina dispuesta a retraerse en la sombra del follaje diurno. Un misterio sin enigmas, como los relámpagos.”

César Aira, “La luz argentina”, pag. 57. Centro Editor de América Latina – Capítulo – (1983).
Foto: Alejandro Pi-hué.

sábado, octubre 28, 2017

La sirenita II



La sirenita, amor de la ballena por los náufragos

Animal de piel fría y sangre caliente

Sobre una roca en la rompiente

Repasa su pasión terrestre



Hay una infamia en lo que de ella viene

Parte y enluta

Una blancura excesiva y transparente

Ofelia de cuya mano se abre el ramo

En el agua lenta del estanque



Leves los toques que sentimos

(Casi imperceptibles empujones)

Sin embargo en la tibieza y liviandad

De ese primer abrazo

Se escondía la potencia de una fuerza superior



Nosotros, que creíamos decir solo lo nuevo

Perdimos la palabra

En esa tierra de ninguno

(El lugar de nuestro encuentro)

Silencio que antecede el canto

Y le otorga una voz



Yo (que no quise saber)

Cómo el cuerpo de una mujer

Podría ser acariciado

De sus tetas blandas me prendí

Como un parásito insaciable



Ahora vuelven a mí las palabras

Que en vos hubiese aborrecido

Foca parlante…

Viscosidades, equívocos, espasmos

Ranosidades, anemia, pólipo

Proteo, coral, hidromedusa

Escualo, ansiedad, sonambulismo

Biso, hipocampo, erizo

Loloch loloch (amorcito)

Lola pirá, piramboiita, cururú…

¡Siestas de sol!

¡Siestita!

Y ese tu "huele a sobaco de lobo"

Dicho con un mohín tramposo



Uno viene como dormido

Cuando vuelve al tranco del desierto

Basta el declinar de un parpadeo

Para que sus hilos invisibles me envuelvan

En la dulce cautividad de quien por bien poco se rinde…

Dos pálidas camelias o un rubicundo eucalipto

Son suficientes

Para verme lanzado, nuevamente

Sobre el delirio del mar


Texto: Eduardo Magoo Nico
Foto: Magoo

viernes, febrero 24, 2017

El olvido



Me preparé largamente para la lluvia
(Nosotros los pobres, los invictos)
Para licuarme el alma

Hace cuatro cinco estaciones llueve
Luego siguió lloviendo
Así vino el nombre de lo llovido
(Como del maullido de un gato)
No escrito
No pensado
Cantidad de veces no entendido
(Mojado)

Maúllo
Nado
Hace cuatro cinco estaciones
Veo llover lo llovido
(No escrito)
Gafas

Ella fue una visita al pasado
Una sesión de espiritismo
Una sonrisa
Una niebla que cualquier otro
Podría haber atravesado en mi lugar

Encogido  
Inmóvil en la parte más alta del mundo
Tenía ahora su conciencia
En el centro de la perfecta soledad
Que había supuesto

Me preparé largamente para la lluvia
(Nosotros los pobres, los invictos)
Para licuarme el alma

Texto: Eduardo Magoo Nico
Imagen: Paul Delvaux