lunes, diciembre 26, 2011

J.L. Borges (1899-1986)





RUSIA

La trinchera avanzada es en la estepa un barco de abordaje con
gallardetes de hurras
mediodías estallan en los ojos
Bajo estandartes de silencio pasan las muchedumbres
y el sol crucificado en los ponientes
se pluraliza en la vocinglería
de las torres del Kremlin
El mar vendrá nadando a esos ejércitos
que envolverán sus torsos
en todas las praderas del continente
En el cuerno salvaje de un arco iris
clamarán su gesta
bayonetas
que portan en la punta las mañanas.


Versión: Indice de la nueva poesía americana(Buenos Aires, El Inca, 1926)
Fuente: http://www.revistahallali.com/2010/03/01/borges-ultraista-en-hungaro/
Ilustración: Gustavo Piccinini

martes, diciembre 06, 2011

Una historia de la patria


De cuerpo flexible y de formas diminutas
Montaba guardia, a los dieciocho años
En San Juan
En un batallón del Ejército de Los Andes

Cuando éstos se sublevan
Y los Cívicos se rinden
Él queda solo
Entorna entonces la puerta
Y con su espada, defiende el ingreso...
Tres bayonetazos recibe, cerca de la ingle
Cinco, le traspasan el pecho
Por la sangre que mana de su cabeza, casi no ve
Pero logra salir igualmente, y se dirige a su casa

Luego de siete meses de una curación
Desesperada
Recobra la salud
Se dedica entonces, al comercio
Es decir, al contrabando
Trafica con los indios
Se casa con la hija de un cacique
Vive con ella
Se mezcla en las guerras de la tribu
Come carne cruda
Bebe (con gran gozo)
Sangre de caballos degollados

Ya casi es un salvaje hecho y derecho,
Podría decirse...
Cuando se entera
Que la guerra con el Brasil
Ha principiado
Deja entonces a sus hermanos, los indios
Y sienta plaza otra vez en el Ejército

Tantos sablazos distribuye
Que al final de la campaña
Es uno de los predilectos de Lavalle
Quien luego de sus hazañas
En Puente de Márquez,
Lo envía a Buenos Aires junto a otros oficiales

Está con ellos en el Café de la Comedia
Cuando siente
Que en una mesa contigua
Brindan por la muerte del General Lavalle,
Toma el vaso de uno
Sirve para ambos
Y al desenvainar las espadas
Lo deja tendido de un puntazo

Es preciso salvarse (le dicen)
¡Hay que ganar la campaña!
Adentrándose en La Pampa
Sabe, para su pesar
Que su mujer ha fallecido
Dos parientes mocetones
Lo acompañan

De Chacón, se trajo un fogonazo en la sien
Que le había arreado todo el pelo,
Y un embutido de pólvora por rostro...
Pero era joven, y culto, y elegante
Llevaba con él (por si le hiciera falta) un asistente
Pero si veía caer una res
Ya venía a beberle la sangre

Cuando atravesó la frontera para pasar a Coquimbo
Dos gruesos lagrimones corrieron por sus mejillas
Trataba de convencer a los suyos
Que era preciso deponer las armas
Les habló en la lengua:
Clavaron con angustia sus lanzas en el suelo
Dieron varias vueltas con sus caballos en torno de ellas
Antes de decidirse a dejarlas

La primer gota de sangre de la guerra civil
Ha salido de estas venas
, solía repetir...

Pasó un tiempo en Chile
Esperando
Hasta que en Guanda
El nombre de un antiguo enemigo
(Un tal Villafañe)
Que va a reunirse con Facundo
Lo llama nuevamente a la refriega
Anuncia públicamente allí
Su propósito de matarlo
Se lo dice además, personalmente
(Arroyo de por medio)
Con frases solemnes,
Vuelve luego tranquilo a donde estaba
A la sazón, almorzando

Esa noche, al claror de la luna
Recorre las cuatro leguas que lo separan de la casa
Entra en el patio
-¡Quien tiene enemigos no duerme!
Grita
Toma Villafañe su lanza
Mientras él desmonta, y evitando el primer embate
Lo traspasa

La partida que avanza
Toma la posta
Y pronto se pone, nuevamente
En marcha
Van a buscar a los suyos, dicen
Van a buscar su Argentina


Texto: Eduardo Magoo Nico
Ilustración: Gustavo Piccinini

martes, noviembre 08, 2011

Como pasto



No puedo pensarte
Ni mirarte
Sin idea
Hay cosas que se idolatran
Como Rosa
La tristeza
Las palabras
El frío
El beato Arnoldo
La beata Josué
La caca
No puedo pensarte sin idea
Sin ilusión desesperada
Ni hacerte una canción
Ni nada
Como pasto
Blá
Vacas


Texto:Eduardo Magoo Nico
Foto: Gustavo Piccinini (Guty)

lunes, noviembre 07, 2011

Carpa quebrada



Las aristas de mi cuerpo
Encallado
Para siempre sin contorno
Puente
Por las noches de borrasca
Tu lluvia y tu miedo y tu granizo
Río de granito
(Ruta marginal)

Gotas color el humo
Sobre ventanas de herrumbre
Rumores de laurel
El viento
Duerme
El olvido teje telas
En la araña
Punta y zona de torrentes

Los pies desnudos de la Bruja
En incrustaciones de reflejo Real


Texto: Eduardo Magoo Nico
Foto: Ale Pi-hué

lunes, octubre 31, 2011

Marina Tsvietáieva II



INTENTO DE CELOS

¿Cómo se vive con otra?
¿Es más sencillo? ¡Golpe de remo!
Como la línea del borde
pronto se aleja el recuerdo.

De mí, isla flotante
Por el cielo –¡no por aguas!
Almas, seréis sólo hermanas.
Almas, ¡no seréis amantes!

¿vive con una mujer
sencilla? ¿Vive sin ídolos?
Ha depuesto a la reina,
la ha bajado del trono.

¿Cómo estará –se inquieta–?
¿Estrecha? ¿Se levanta?
El impuesto de la inmortal vulgaridad,
el pobre ¿cómo lo paga?

“Paréntesis, convulsiones–
¡Basta! Alquilaré una casa”.
Mi elegido,
¿cómo vive con cualquiera?

¿Más natural y digesto
su pan? No se queje si harto.
Usted, que pisó el Sinaí,
vive con un simulacro.

¿Cómo vive con una extraña,
Una de aquí, su costilla de Adán?
Rienda de Zeus, la vergüenza,
¿no le azota la cabeza?

¿Y de salud, cómo está?
¿Puede vivir y cantar?
La úlcera de la inmortal conciencia
¿cómo la domina, el pobre?

¿Cómo vive con productos
de mercado? ¿Es fuerte el impuesto?
Y del mármol de Carrara
¿cómo terminó en el polvo?

¿De yeso? ¡Un bloque tallado!
Dios, ¡y totalmente roto!
¿Cómo vive con mil tres
el que conoció a Lilith?

¿La novedad del mercado
Lo satisface? Harto de maravillas.
¿Cómo vive con una
Mujer terrestre, sin sexto

sentido?
De verdad, ¿será feliz?
¿No? En un hueco sin fondo.
¿Cómo estás? ¿Cada vez peor?
Igual que yo con el otro.

19 denoviembre de 1924



Nostalgia de la patria: ¡qué fastidio!
Después de largo tiempo delatado.
Ya me es indiferente
dónde sentirme sola.

Caminar sobre piedras,
a casa con la cesta.
La casa que no es mía:
hospital o caserna.

Me da igual quién me mire
como a un león cautivo.
Cuál es el clan humano
que me ha expulsado –siempre–.

Muy dentro de mí misma,
oso polar si hielo.
Dónde no poder convivir (¡ni lo intento!).
Dónde me humillarán –da lo mismo–.

No, mi lengua natal ya no me engaña,
ni materna, me engaña su llamada.
Ya me es indiferente en qué lenguaje
no seré comprendida por el hombre.

(Lector, devorador de toneladas
de periódicos, adicto al cotilleo…)
Él es del siglo veinte;
Yo: ¡fuera de los siglos!

Enhiesta como un tronco,
resto de la alameda.
Todo y todos iguales,
igual indiferencia.

Lo natal, lo pasado,
rasgos todos y marcas:
toda fecha borrada–
donde ha nacido el alma.

Mi tierra me ha perdido,
y el que investigue, astuto,
el ámbito de mi alma –¡mi alma toda!
no encontrará la traza.

Las casas son ajenas y los templos vacíos.
Me da todo lo mismo.
Mas si aparece un árbol
en el camino, un serbal…

3 de mayo de 1934



Cuando miro las hojas caer
y rodar sobre las piedras,
arrastradas –como por el pintor
que da en su cuadro la última pincelada–,

pienso que (ya a nadie le gusta
mi semblante, mi aspecto pensativo),
descaradamente oxidada y amarilla,
una hoja en la rama quedó olvidada.

Octubre de 1936



VERSOS A CHEQUIA

8

Lágrimas en los ojos:
¡de cólera y amor!
Está Chequia llorando
y España ensangrentada.

¡Una montaña negra
recubre todo el mundo!
Ha llegado la hora:
¡despide al creador!

Me niego a formar parte
del Bedlam inhumano.
Me niego a convivir
con lobos, en la plaza.

Me niego a aullar
con bestias de los valles,
y me niego a nadar
río abajo, de espalda.

Prescindo de orificios
para oír, de ojos para ver.
A tu mundo sin juicio
mi respuesta: renuncio.

15 de marzo-11 de mayo de 1939



¡Ha llegado la hora! ¡Ya soy vieja
para este fuego!
Más viejo es el amor.
¡Tiene cincuenta eneros
la montaña!
–El amor es más viejo:
Es viejo como un fósil o como una serpiente,
y más viejo que el ámbar de Livonia,
más que todos los barcos fantasmas,
más viejo que las piedras y los mares.

Más viejo que el amor
el dolor, en mi pecho.

23 de enero de 1940



Fuente: Marina Tsvietáieva, "Antología poética". Poesía Hiperión. Madrid, 1996.

lunes, septiembre 12, 2011

Marina Tsvietáieva






Me dirijo exigiendo fe
y pidiendo que me amen.

Días y noches hablando y escribiendo:
La verdad que se afirma o que se niega.
La tristeza me invade con frecuencia.
Con sólo veinte años.

Me espera –ya lo sé–
El seguro perdón por las ofensas,
por toda mi irrefrenable ternura
y por mi aire demasiado altivo.

Por la velocidad de los sucesos,
Por la verdad y el juego…
Me tienen que escuchar.
Y amarme antes que muera

8 de diciembre e 1913


AMIGA

Bajo la manta de felpa
evoco el sueño de ayer.
¿Qué, de quién fue la victoria?
¿Quién se dejó vencer?

Otra vez el recuerdo,
otra vez el dolor.
Lo que no tuvo nombre,
¿puede llamarse amor?

¿Quién fue cazador? ¿Quién presa?
¡Todo endiablado, al revés!
¿Qué oyó el gato siberiano
ronroneando a placer?

En aquel duelo obstinado,
¿qué mano daba el saque?
De los dos corazones,
¿cuál volaba a galope?

Con todo, ni sé qué fue,
qué quiero, o por qué me quejo.
Sigo sin saber: ¿vencí
o me vencieron?

23 de octubre de 1914


(A Alia, su hija)

Algún día, criatura encantadora,
para ti seré sólo un recuerdo,

perdido allá, en tus ojos azules,
en la lejanía de tu memoria.

Olvidarás mi perfil aguileño,
y mi frente entre nubes de humo,

y mi eterna risa que a todos engaña,
y una centena de anillos de plata

en mi mano, el altillo-camarote,
mis papeles en divino desorden…

Por la desgracia alzadas, en el año terrible,
Tú eras pequeña y yo era joven.

Noviembre de 1919


REGRESO DEL LÍDER

El caballo… cojo.
La espada… oxidada.
¿Quién es el líder
jefe de multitudes?

Paso –una hora –.
Respiro –un siglo–.
Mirando hacia lo bajo,
donde se encuentran todos,.

Enemigo o Amigo
espina o Laurel.
Todo sueña.
El Caballo es él.

El caballo… cojo.
La espada… oxidada.
La capa, vieja.
Mas derecho el cuerpo.

3 de julio de 1921



Cruel edad,
Amor perseverante.
Manos: resplandor y sal.
Labios: azabache y sangre.

Trueno en el pecho izquierdo,
en la frente resentido.
Así –la frente en la piedra–,
¿quién te ha amado?

¡Adiós, intenciones! ¡adiós, ficciones!
Aquí –alondras–, aquí –madreselva–,
aquí –con las manos llenas–, entregada
a mis salvajadas –y a mis sedas–,
a mi arcoíris de llanto,
a mis murmullos, tanteos…

¡Vida querida!
¡Deseosa todavía!
Recuerda el peso
En el hombro derecho.

Rumores anochecidos…
¡Con las aves me levanto!
Mi radiante plumazo
surca tu manuscrito.

12 de junio de 1922




La vida miente inimitablemente:
más allá de la espera, la mentira…
Mas por el temblor en todas las venas
¡podrás distinguir la vida!

Es como echarse sobre el trigo: zumbido, azul…
(¡Aunque sea echar mentiras!) –calor, atalaya…
Rumor, en la madreselva, de cien rejos.
¡Alégrate! – ¡Es un llamado!

Y no me reprendas, amigo mío.
Tan fascinante están nuestras almas,
que ya la frente se abisma en el sueño.
Di, ¿por qué, si no, cantabas?

En el libro blanco de tus silencios,
en la arcilla salvaje de tus “sí”–
callada agacho la frente
porque mi palma es la vida.

8 de julio de 1922


HILOS

Paciencia: así la piedra rompen.
Paciencia: así la muerte esperan.
Paciencia: las noticias maduran.
Paciencia: que la venganza llega.

Te esperaré –con los dedos anudados–
Así la Soberana espera su mancebo.
Con paciencia, como la rima esperan;
con paciencia, se les roen las manos.

Te esperaré –la mirada en la tierra.
Dientes los labios. Pasmo. Piedra.
Con paciencia, como el placer prolongan.
Con paciencia, como ensartan las cuentas.

Crujido de trineo; crujido en una puerta.
Estruendo del viento.
Llegó el más alto decreto:
cambio de reinado: el cortesano vuelve.

Y la casa:
No es terrestre
pero es mía.

27 de marzo de 1923



Fuente: Marina Tsvietáieva, "Antología poética". Poesía Hiperión. Madrid, 1996.



domingo, julio 31, 2011

Alejandro Rússovich



¿Quién es Witold Gombrowicz?

Cierto día del año 1969 me estaba afeitando mientras oía la voz de Rosa María, mi esposa, entrecortada por el ruido del agua cada vez que abría la canilla. Tal como ocurre con frecuencia, ella estaba hablando por teléfono. Cuando cortó, tuvo que repetirme, porque no la oía bien: —Murió Gombrowicz. La maquinita de afeitar, suspendida en el aire, y mi cara inmovilizada en la expresión de "cara en el espejo" es todo lo que recuerdo del momento en que supe que el autor de Ferdidurke había pasado del estar al ser.


¿Quién es Gombrowicz?

¿Quién es Gombrowicz? Digamos que es una pregunta típica. Profunda y típicamente ferdidurkiana. Toda su obra es un reflejo, una representación; para decirlo con palabras de su maestro Schopenhauer, de su voluntad de ser él mismo, de su obsesión de mismidad. Al final de su vida exclama: "No he encontrado más respuesta que ésta: no sé cuál es mi forma, lo que soy, pero sufro cuando se me deforma. Así sé al menos lo que no soy. Mi yo no es otra cosa que mi voluntad de ser yo mismo." Habría que formular entonces la pregunta de otro modo: ¿quién no es Gombrowicz? Si alguien de sopetón me preguntara quién no soy yo, creo que lo primero que se me ocurriría es nombrar a alguien que amo. ¿A quién amaba Gombrowicz? Sin lugar a dudas, reverenciaba a Schopenhauer, a quien, según su costumbre de otorgar títulos, solía llamar "El genio de Dantzig"; en compañía de Federico Nietzsche, de Thomas Mann y de Sigmund Freud, hacía suya la tajante divisa del filósofo: el mundo es mi representación y, lo mismo que ellos, afirmaba la absoluta primacía de la voluntad sobre el intelecto. Pero venerar no es amar. Y lo más que puede inspirar un filósofo, según Kant, es ese sentimiento puro y elevado, ecuánime, pero algo rígido y exangüe, que es el respeto. Una cosa sí es segura, me consta, y él aprobaría calurosamente que yo lo diga: amaba a Rabelais, a Shakespeare, a Montaigne, y ¿por qué no decirlo? amaba a los perritos.


Aurora y los perritos

A mediados de los años '40 Gombrowicz publicó una revista underground, de la cual desgraciadamente apareció un solo número, que yo tengo como una especie de incunable, llamada Aurora, revista de la resistencia. Comienza con un manifiesto:

"Puesto que en la prensa literaria de la Superficie ya no se puede escribir, porque todo choca, nos vemos obligados a descender al subsuelo para hacer oír de vez en cuando la voz clandestina de esta Revista. ¡Atención! ¡Mantened la santa llama de la resistencia! ¡Apoyad al tibio Comité de la Resistencia y al subterráneo, discreto y lento Movimiento de Renovación! Enviadnos cartas: Aurora, Junín 1381,1°B. EL COMITÉ."

El primer anuncio publicitario dice: "Un perrito blanco lanudo, y bien alimentado".

Quiero reproducirla más o menos extensamente, porque se trata de un escrito inédito de Gombrowicz, en donde se dan algunas claves de su relación con el mundo intelectual argentino, que de alguna manera reflejaba su actitud provocadora y distante con respecto al mundo intelectual de Polonia. El artículo de fondo dice:
"¿Qué aspecto ofrece el campo de la literatura? ¿Sería de nuestra parte un exceso de atrevimiento decir que el campo, a pesar de tantos y tan excelsos talentos, resulta algo aburrido? Es verdad que todos funcionan y se sabe que Borges publicará un nuevo libro de altos quilates, Capdevila un volumen de romances y Larreta una manzana. Pero no hay vida. Todos estos hombres no son hombres sino meras abstracciones o mejor dicho, muy talentosas y capacitadas fábricas. ¿Acaso se puede exigir de Capdevila que sea Capdevila cuando Capdevila además de ser Capdevila es también Doctor y Profesor y Poeta y, por añadidura, redactor de La Prensa? ¿Acaso Larreta puede ser Larreta, así como un diamante es sólo diamante, cuando Larreta tiene que ser un monumento de clásica casticidad? Borges ya se ha vuelto demasiado borgiano y, francamente, Barletta nos resulta demasiado Barletta. Todo esto es monótono. Es cosa rara hasta qué punto el pueblo no se parece a su Literatura. ¿Cómo es que el pueblo se atreve a ser tan insolente? ¿Por qué la gente no es metafísicamente asirio-babilónica como Borges, monumentalmente castiza como Larreta, y orientalmente árabe como Capdevila? ¿Por qué al tonto pueblo le gusta la palabra directa y ágil, mientras su Literatura a menudo se deleita con un Verbo ornamental, retórico, rebuscado y un tanto estéril? ¿Por qué será que un inculto vendedor de diarios se permite expresarse con más soberanía, originalidad y belleza que todas las revistas que vende junto con todas las personas cultas que las compran? Si esto sigue así habrá que formar otra Academia de Letras compuesta de analfabetos, porque no cabe duda de que son ellos los que hacen una literatura más vital. Pero si los incultos se expresan mejor que los cultos, si a medida que trepamos en la pirámide social tanto más se deja sentir una parálisis general, esto significa que algo anda mal en esa cultura. Si en privado somos ingeniosos, creadores y llenos de chispa, mientras en público nuestra voz sufre un leve apagamiento, esto prueba que nuestro estilo público está por debajo de nuestro estilo privado. En casa somos vitales porque somos nosotros mismos, pero en público ocultamos nuestras verdades internas y nos convertimos en voceros de la Abstracción. Debemos, pues, comprender que nuestro estilo público es malo y como leones, tigres y águilas irrumpir sin timidez, ni miedo, ni cálculo, en este solemne recinto oficial que nos inspira demasiado respeto. ¡Así lo proclama el Comité de la Resistencia!"

Sigue un anuncio que dice "Cambiamos un perro negro mordedor por 2 viejos". Más adelante hay otro aviso que dice "Lindas y gordas pulgas con dos perros y una perrera". Se transcribe un telegrama llegado a la revista. "Me adhiero con entusiasmo, pero en el subsuelo, porque en planta baja soy neo-universalista, en el primer piso, nominalista, y en el segundo, kierkegaardista, Jean Paul, sastre de medida para caballeros". Sigue un anuncio que dice "Perros ordinarios sin raza para un acuario". Hay un artículo acerca de la nueva Florencia; la transcripción del discurso de un orador en un banquete:

(La escena representa Un Banquete. Personajes: El Orador y el Público)

EL ORADOR: L'ETERNEL SOURIRE DANS LEQUEL LA GRACE ET L'INGENCE... (y se quita la corbata).
EL PÚBLICO: algo extrañado.
EL ORADOR: LA CLARTE DE LA PENSEE ET L'INSUPERABLE ESPRIT DE LA MESURE... (y se quita los zapatos).
EL PÚBLICO: más extrañado.
EL ORADOR: L'ELEGANCE EXQUISE ET LE CHARME... (y se quita el saco).
EL PÚBLICO: muy extrañado.
EL ORADOR: LA DISTINCTION, LE TACT ET LA FINESSE UNIES AU BON GOUT... (y se quita los pantalones).
EL PÚBLICO: se levanta
EL ORADOR: LA CRAVATE, LE VESTON, LES BOTTINES ET LES PANTALONS... (y se quita todo lo demás). TELON.

Ese artículo está precedido de un aviso: "Un perro amarillo fofo y nuevo".

Estoy leyendo esta revista porque de alguna manera la redactamos en colaboración. El castellano de Gombrowicz entonces no era tan correcto, y algunas de las frases o de las ideas de esta revistita las discutimos, y especialmente los anuncios. Muchas de las noticias del mundo intelectual porteño las tenía Gombrowicz a través mío, y sobre todo a través del poeta Mastronardi, que formaba parte del círculo de la revista Sur.

"LA PIADOSA FLORENCIA. A nosotros Francia nos encanta; palabra ¡nos gusta París! Pero ya no podemos soportar ese eterno culto a la Madurez ajena cuyos sacrilegos ritos nos colocan siempre DE RODILLAS. Antes de cruzar las espadas con la Suma Sacerdotisa del culto inmaduro de la Madurez, Victoria Ocampo, que nos sea permitido tributarle un cortés saludo. Victoria Ocampo es inteligente y tiene personalidad ¡Viva Victoria Ocampo! Empero esta poderosa Dama Mundana, esta alma violenta y apasionada, bañada en ignotas infinitas soberbias, indescriptibles y sangrientos lujos del Medioevo Suramericano, por un indescriptible Misterio de su Iglesia Interna se convierte en una niña temblorosa cuando se enfrenta con lo que ella misma llama "Valéry y Francia". ¡Muera Victoria Ocampo! Vedla como se esquiva, se aniquila, se inmaduriza ante Valéry. "Valéry me había deslumbrado y sofocado". "Qué emoción la de ver tantos nombres conocidos delante de los platos aún vacíos. ¡Qué oportunidad inaudita para una sudamericana —cactus en maceta— que cree en la literatura religiosamente". "Yo veía en él el más perfecto símbolo de Europa, de su preeminencia, de su cultura, de su hechizo, de su calidad, de su exactitud soberana". En vano se defiende: "Nunca sabrá él todas las energías que yo desplegaba para resistir el poderoso soplo...".Y toma todo muy a lo trágico: "Su cortesía con las mujeres me daba vértigo"

Sigue un anuncio que dice: "Se busca un perro grande para achicarlo"

"¿Es éste, pues, el tono de una Ocampo y, más aún, de una Victoria Ocampo, ante uno de los innumerables genios franceses? Pero chiquilla, aunque no fueses Victoria sino la más humilde y más inmadura de las hermosas hijas de esta tierra, no te conviene arrodillarte ante nadie fuera de Nuestro Señor Jesucristo. Levántate y mira a tu alrededor con más serenidad. Ese asunto de la inmadurez americana y de la madurez europea está ya muy gastado. Ni América es tan inmadura, ni Europa es tan madura. El que quiere conseguir la soberanía espiritual frente a las personas y culturas mayores debe comprender primero: que los mayores también son inmaduros aunque en distinto plano; segundo: que nos conviene apoyarnos firmemente sobre nuestra propia realidad. Sobre estas dos verdades, como sobre dos pilares, se basará de ahora en adelante la política Intercontinental de nuestro discreto pero eficaz Comité de Resistencia."

Se anuncia: "Un perro lindo y grande con cachorros y dos perras".

En esos días tuvo lugar en Buenos Aires una reunión internacional del Pen Club. Fue un acontecimiento cultural de primera magnitud. Se trataba el tema del intelectual y del escritor comprometido. Uno de los principales representantes de esta polémica era precisamente Jean Paul Sartre. Otro tema era el de la responsabilidad por la palabra. Yo tenía una vieja máquina de escribir; todavía la conservo. Era de mi abuelo, y se le podían cambiar los tipos, y yo me obstinaba en escribir mis monografías para la facultad con esa máquina, con el resultado de que me equivocaba terriblemente y tenía que interrumpir a cada rato porque no tenía otro instrumento adecuado. Gombrowicz se reía mucho de esta esclavitud mía respecto de la máquina de escribir, y en esta revista aludiendo a esa problemática del Pen Club, cuenta:

"Otra costumbre muy aburrida es la de la excesiva Responsabilidad por la Palabra. Fíjense en lo que le ocurrió al escritor Hipólito Alonso Pereiro, cuyos lemas inquebrantables eran: Método, Lógica y sobre todo. Responsabilidad. Estaba escribiendo a máquina la primera frase de su novela "EL MUCAMO PREGUNTÓ A MATILDE SI HABÍA ORDENADO LLAMAR EL COCHE Y ELLA QUISO CONTESTARLE PERO..." mas en vez de "pero" por un simple error salió "PERRO"... Otro literato con menos fuerza de carácter hubiese sencillamente corregido el error; no así Pereiro quien, consciente de su alta misión, no vaciló en aceptar la plena responsabilidad por la palabra. "...QUISO CONTESTARLE PERRO" —prosiguió— "Y ASÍ PUES LE CONTESTÓ. —¡PERRO!—GRITÓ— ¡INSOLENTE PERRO!". Y con el infalible Método que le caracterizaba, el Escritor estructuró en seguida la respuesta del mucamo... "SI YO SOY UN PERRO. ENTONCES USTED, SEÑORA ES UNA PERRA". Mas, desgraciadamente, por un nuevo error del teclado la máquina en vez de "PERRA" escribió "PERA" y el Creador de nuevo no titubeó en afrontar con la cabeza erguida la terrible realidad y sacar del hecho las debidas consecuencias. SÍ, PERA PERRA, ES DECIR PERRA PERA ES USTED PARA MÍ, SEÑORA, PORQUE SEPA QUE ME GUSTA LA BRUTA (¡Desgraciado! quiso escribir "LA FRUTA", ¡pero ya era demasiado tarde!) ¡¿AH, AH, AH, SOY BRUTA?! QUE ME MUERDA... (¡Infeliz! Era "MUERA"). —¿MORDERTE? ¡CON PUSTO! —¡INFAME! ¡SOS COCO! —¡LA COCA COLA ES USTED! —¡LOCOCO! ¡CO-COCO!! COCOCOCOCO XETEIUGBJNDLOEMXEVGZY % 35 MUGSFEYTRBOLPITIU... Ya veis a qué conduce la excesiva Responsabilidad por la Palabra."

El anuncio dice: "Muchos perros con muchas perras en muchas perreras". Y después de otro anuncio "Dos perros bien alimentados en estado de descomposición", viene la palabra final:

"PALABRA FINAL: Si has perdido la sensibilidad para las verdades frescas y sencillas, si te falta el sentido del humor y de la poesía y no sabes divertirte con los perros como un niño, no leas, te lo rogamos, nuestra Revista. Pero a lo mejor también se te escapa la profunda seriedad de esta bella Aurora que sólo finge ser ingenua... por ser muy pequeña... Hazla crecer y verás entonces con qué ímpetu (tibio y discreto) se abalanzará sobre tus demonios. No digas que éstas son macanas, metiéndote el dedo en la nariz con aire de superioridad y suficiencia. Tienes que saber que el Comité mandó a pasear su inteligente perrita para palpar el ambiente y comprobar cómo vas a reaccionar frente a un Espíritu bienhechor y nuevo. Sólo por casualidad y por gusto hemos empezado con París y Victoria Ocampo, pues del mismo modo podríamos empezar con Barletta y su Teatro del Pueblo. Debes leer en estas dos páginas más de lo que está escrito... y tratar de reconstruir el esqueleto de nuestro perro a base de este hueso que te regalamos."


Aquí Gombrowicz!

Sus relaciones con el mundo intelectual y artístico argentino están aquí reflejadas de manera ejemplar. Una noche salíamos de la confitería Rex y nos cruzamos con Borges, que venía en dirección opuesta. Yo se lo señalé, y entonces Gombrowicz, que alcanzó a verlo de espaldas, cuando ya estaba a algunos metros de distancia, gritó apretando el índice contra su pecho: "¡Aquí Gombrowicz!". Borges pareció titubear, confundido, trastabilló, y sin volverse siguió caminando con su paso algo vacilante. Por ese entonces Gombrowicz no había leído los escritos de Borges. Más tarde, ya en Europa se sintió fascinado por algunos textos, en especial La muerte y la brújula. Recientemente, el escritor Juan José Saer ha trazado un paralelo notable entre Borges y Gombrowicz, sobre todo en cuanto a la posición distante y comprometida que ambos mantuvieron frente a la cultura nacional, polaca y argentina respectivamente. Una vez llegó a Buenos Aires en visita oficial, como presidente de la Sociedad de Escritores Polacos, Jaroslaw Iwaszkiewicz, novelista y poeta que antes de la guerra comandaba uno de los reductos más exclusivos de la literatura polaca: el grupo "Skamander" que se reunía en un célebre café de Varsovia, al que también concurría Gombrowicz, formando él, eso sí, rancho aparte con su propia mesa, rodeado de jóvenes iracundos, principalmente judíos, olímpicamente ignorados por los poetas oficiales del grupo Skamander, como aquí lo serían Gombrowicz y sus jóvenes acólitos por el círculo hermético de la revista Sur, comandado por Victoria Ocampo. La última vez que vi a Iwaszkiewicz fue en una película de Wajda, Las señoritas de Wilko, sobre un texto de Iwaszkiewicz, que aparece en la película al comienzo y al final como pasajero del tren, algo así como acostumbraba hacer Hitchcock. El caso es que por no sé qué circunstancias Iwaszkiewicz se vio encumbrado y condecorado por un régimen político que por aquellos años de rígido realismo socialista había prohibido la impresión de toda la obra de Gombrowicz. Gombrowicz vegetaba entonces como ínfimo empleado en el Banco Polaco y quiso aprovechar la visita de Iwaszkiewicz para llamar un poco la atención sobre su figura en la colonia polaca de Buenos Aires; concretamente, para mejorar su situación, y sobre todo su pequeño sueldito en el banco. Con motivo de una recepción en honor del ilustre visitante, que organizó el Banco Polaco, se le ocurrió a Gombrowicz tramar, con mi alegre colaboración, una pequeña farsa, a las que éramos tan aficionados. Me hizo aprender unos versos de Iwaszkiewicz con toda la entonación y ademanes apropiados para una declamación fervorosa y entusiasta. Me presentó a Iwaszkiewicz como un joven argentino que influido por él se había convertido en admirador incondicional de su poesía, y como muestra, me pidió que recitara algunos fragmentos. Todavía recuerdo esos versitos: zlote motyle byalich piur (...) eso quiere decir algo así como: "las doradas mariposas de blancas alas se balancean en el horizonte. Es la hija de las cuatro estaciones, Zenobia, en la que el viento se metió".
Iwaszkiewicz no entendía nada. Alternativamente pálido y ruborizado, terminó dándome tímidamente la mano, murmurando alguna frase en polaco, que yo fingí entender, agradecido y radiante.


La forma de Gombrowicz

Desde el comienzo, caracterizamos y reconocemos a ciertos personajes, a veces por una sola idea. El ser de Parménides, el devenir de Heráclito, el reino de las ideas de Platón, la lógica de Aristóteles, obsesiones que se llevan hasta sus últimas consecuencias. Un pintor, un músico, un artista, persigue incansablemente la realización de una idea. Kant se pregunta cómo son posibles los juicios sintéticos a priori. Hegel persigue a través de su obra inmensa la caracterización de algo que es la Idea, el género humano, la historia. Schopenhauer, la voluntad de vivir, Nietzsche, la voluntad de poder. Para Gombrowicz esta obsesión era la Forma. ¿Y qué es la Forma, qué significa? Podríamos preguntar, ya que tanto lo obsesionaba, ¿cuál es la forma de Gombrowicz? El mismo en un fragmento de su Diario que se publicó aquí como Diario Argentino nos dice: "Ningún animal, batracio, crustáceo, ningún monstruo imaginario, ninguna galaxia, me son tan inaccesibles y ajenos como yo. ¿Una idea fútil? Te has esforzado durante años en ser alguien? ¿Y qué has llegado a ser?: un río de acontecimientos en el presente, un torrente tempestuoso de hechos fluyendo en el presente hacia el momento frío que padeces, y que no logras referir a nada. El abismo. He ahí lo único tuyo".
¿Qué amaba Gombrowicz? El mismo nos lo dice: "Amaba a la juventud. No la idea de la juventud, no la promesa ni el porvenir ni la esperanza, porque el porvenir es esperanza de madurez, fijación, seguridad, posesión mezquina de un codiciado "yo".
Amaba a la juventud humana oscura, aplastada por todos los valores de la cultura, sofocada por la seriedad, la historia, las precedencias y las consecuencias, deslumbrada por la majestad de las ideas que su propio ser provoca y genera sin saberlo. Que se refieren sólo a ella, aunque parecen dirigirse a Dios, a la humanidad, al destino sagrado del hombre. Valor en sí, la juventud no lo es, sin embargo lo es, para sí misma. La madurez carente de belleza produce la belleza juvenil. Sólo a través del maduro el joven es consciente de sí, se reconoce como valor. La mediación, lo que a la vez comunica y separa al joven del adulto, es la forma. Como el agua a los peces, la forma, nos incluye, nos limita y determina, nos vivifica y nos mata. Existir es formarse, informarse, deformarse, conformarse y no conformarse. Ser ser, es ser forma. No hay salida, no hay modo alguno de eludir el conflicto, porque el conflicto nos constituye. En esta lucha se configura el mundo humano. Emerge o se hunde la cultura. Se crea y se desvanece a cada instante la inaprensible esencia del hombre. La madurez, la inmadurez, la forma, son los grandes temas que resuenan con mil matices, con tonos iridiscentes, violentos, armónicos, disonantes, obsesivos, a través de la obra escrita de Gombrowicz, fragmento privilegiado de la obra total que fue su vida. De aquí arranca toda la fuerza configuradora que estos temas alcanzan en sus escritos. Se trata de un conflicto personal, vivido y sufrido hasta sus últimas consecuencias. Eso que Nietzsche quería para sí mismo: vivir su filosofía, fue para Gombrowicz su modo privado y público de existir, su pan de cada día. Convivir con él me ponía de continuo ante esa rara identidad de vida y obra. Su voluntad de forma imprimía a toda su actitud, a cada uno de sus gestos, un sello particular de deliberación y autoconsciencia. Sus ademanes cortantes, nítidamente perfilados, su voz de inflexiones marcadas, de timbre perentorio, irónico, levemente nasal, eran piezas diseñadas para el juego, o más bien duelo perenne con la forma. Para decirlo con las palabras con que describe a uno de sus personajes: no hacía nada más que comportarse. Se comportaba sin parar, sólo que acentuando lo convencional del signo, poniéndolo por eso mismo en evidencia, desnudo y libre, apuntando de modo inquietante hacia algo todavía no formado, hacia esa tierra de nadie donde se engendra el significado. Digo tierra de nadie porque lo que allí surge no pertenece al individuo aislado. Si así fuera, nada podría explicar la existencia del lenguaje, de las múltiples formas codificadas de la comunicación. No es en mí donde nace mi forma, mi pinta, mi facha, o para decirlo a la alemana, mi Gestall. No fui yo quien la inventó. La forma que me define ante mí y ante los otros puede ser mía, ¿pero quién es el que dice "mía", dónde está, qué es ese yo inaprensible que llama "mía" a mi facha, que se recubre de una identidad puesta desde afuera, forrado de valores, titubeando entre el prestigio y la vergüenza, sabio, idiota, heroico, cobarde, responsable, irresponsable? Desde alguna parte, acuñada en mi memoria, la voz de Gombrowicz me responde: —Inútil, Russo, preguntar. Da lo mismo. La cosa no está en usted ni en mí. Está entrenosotros. Yo ante usted. Usted ante mí. Nos hacemos. No somos dos, somos "entre".

Cierta vez cayó en mis manos un libro, ¿Qué es el hombre? de Martín Buber. Con claridad y rigor incomparable concluía Buber estableciendo el concepto del "entre" casi con las mismas palabras que Gombrowicz. La diferencia era de estrato existencial. Gombrowicz sufría y plasmaba en obra de arte lo que Buber pensaba. Le pasé el libro y lo leyó, primero con desconfianza y, poco a poco, con encanto y entusiasmo crecientes. Aún conservo el ejemplar subrayado por él vigorosamente. Le escribió enseguida a Jerusalem enviándole un ejemplar de El casamiento. Buber le contestó con una hermosa carta en polaco donde, entre otras cosas, le decía que encontraba el mundo de El casamiento mucho más grande que el de Pirandello. Cito aquí algunas de las frases de Buber subrayadas por Gombrowicz. "El hecho fundamental de la existencia humana es el hombre con el hombre. Lo que singulariza al mundo humano por encima de todo es que en él ocurre, entre ser y ser, algo que no encuentra par en ningún otro rincón de la naturaleza. El lenguaje no es más que su signo y su medio. Toda obra espiritual ha sido provocada por ese algo. Es lo que hace de un hombre un hombre. Pero siguiendo su camino el hombre no sólo se despliega, sino que también se encoge y degenera. Sus raíces se hallan en que un ser busca a otro ser. Como éste es otro ser concreto, para comunicar con él en una esfera común a los dos, pero que sobrepasa el campo propio de cada uno, esta esfera, que ya está plantada con la existencia del hombre como hombre, pero que todavía no ha sido conceptualmente dibujada, la denomino la esfera del entre. Constituye una protocategoría de la realidad humana".
Y digo yo, en esa inexplorada, extraña franja de lo interhumano vivimos, creemos y creamos todo cuanto puede crearse. Es nuestro dominio, es allí donde somos dominados por fuerzas que nos sobrepasan. Ferdidurke, El Casamiento, La Seducción, Cosmos, los tres volúmenes del Diario, abren una perspectiva radicalmente nueva, donde se sitúa el drama. Es preciso acomodar los ojos a este enfoque desacostumbrado que altera sutilmente los módulos, las relaciones de valor, las reglas habituales del acontecer humano. Como Isaías, Gombrowicz viene a decirnos: Reconoce a tus ídolos, observa la materia con la que los fabricas. Es tu propia sustancia. Juega con ellos, si quieres. Pero no te engañes. No te dejes arrebatar por esa estúpida seriedad con que te adoras a ti mismo en ellos. La atmósfera del planeta se hace irrespirable por el hedor del incienso con que les rindes culto. Sangre, pólvora, gases, radiaciones mortíferas, se elevan de los altares que eriges a la raza, la patria, la civilización, la ciencia, la propiedad, el honor, el arte. Destaco estas ideas, en particular el concepto del "entre", porque creo que son las que llevarán más lejos la obra y la influencia de Gombrowicz en los tiempos venideros. Pienso que la crítica actual se limita a glosar algunos rasgos de esa obra sin advertir su verdadera originalidad, eludiendo la problemática expresa de Gombrowicz, lo que efectivamente aporta al mundo del hombre. Estructuralistas, psicoanalistas, marxistas se apropian de su figura, analizan su obra y, como en una fonda española, terminan por encontrar allí lo que ellos mismos llevaron. Todo esto hace mucho por su fama, pero en verdad no mucho por la comprensión y la eficacia de su obra y de su vida. Quien quiera saber algo de él, que lo lea. Allí están sus libros. Para eso los escribió, para eso vivió. Quien quiera conocer a un hombre verdadero, que se acerque lo toque. Que se lo lleve a la boca.


El Morocho

Para terminar, voy a añadir una pequeña colaboración mía que no fue publicada en Aurora, pero que hace unos días preparando esta charla, volví a retomar. Si hubiera habido un segundo número de la revista, quizás Gombrowicz la hubiera incluido. Comienza con una cita del capítulo 3° del libro de las categorías de Aristóteles. Predicamos el término "hombre" de un hombre. Igualmente predicamos, del término "hombre", el término "animal". Luego, en consecuencia, podemos predicar también el término "animal" de éste o aquel hombre, porque un hombre es ambas cosas: hombre y animal. El pequeño relato dice así:
"Volviendo a Buenos Aires desde el campo, en Corrientes, viajaba yo en compañía de un caballo o, como decimos allá, de mi montado. Podía hacerlo porque en aquellos tiempos era posible viajar por el río Paraná en barcos de pasajeros. Mi papá fue comisario de a bordo en esos vapores durante muchos años. Había camarotes con cama, lavabos, y muchas comodidades, inclusive un ventilador. Para hacer las necesidades había, como se usa en Francia, un cuarto aparte, del que podían disponer libremente todos los pasajeros, sin distinción de sexos. Por eso podía viajar yo con mi caballo. Se admitían animales de forma humana, y el mío podía pasar perfectamente por un muchacho campesino algo tímido, porque no hablaba, pero en todo lo demás, semejante a los otros pasajeros. Vestía un pantalón, una remera blanca, y unos mocasines que le cubrían perfectamente los cascos, o vasos, como decimos por allá. Caminaba de modo seguro, y particularmente elegante, y se mantenía erguido sobre sus patas posteriores con tanta naturalidad que nadie hubiera podido advertir su condición de caballo. En tiempos remotos, los griegos, tan amantes de los caballos, los incluyeron entre sus iguales representados por figuras con cabeza y torso humanos, y el resto del cuerpo bella y armoniosamente equino. Pero mi montado no tenía cara de centauro. Era un muchacho común, hecho y derecho. Sólo que no hablaba y, en general, no sabía qué hacer con las manos. Como lo llevaba en mi camarote, cada vez que quería beber, yo llenaba el lavabo y él metía delicadamente su belfo, boca, succionando hasta la última gota de agua. El problema se produjo cuando llegamos al puerto de Buenos Aires. Naturalmente, me proponía ensillarlo para bajar elegantemente montado. Me imaginaba que iba a causar una verdadera sensación a mis amigos, que estarían esperándome en el muelle de la dársena sur.

—Morocho, vení, le dije en guaraní. Eyoko ape; tengo que ensillarte. Pónete en cuatro patas.

No sé si porque ya se había acostumbrado a la posición erecta o simplemente por capricho (francamente a veces uno no entiende a los caballos), el caso es que parecía titubear, y con sus grandes ojos me dio a entender que yo podía montar sobre sus lomos manteniéndose como yo sobre las patas traseras. Al final se puso en cuatro patas, pero la situación resultaba algo penosa. Lo peor fue que señaló con sus torpes manos un gran bulto que se le había formado en el fundillo de los pantalones. Me puse a buscar febrilmente, porque ya estábamos arribando a puerto, un inodoro, o taza, un excusado o algo así. Pero justamente porque el desembarco era inminente, todos los inodoros estaban ocupados, principalmente por lindas damas y señoritas. Algunas aprovechaban para empolvarse y pintarse los labios. ¡Dios mío, yo no sé por qué las mujeres tardan tanto en el baño! Finalmente, un caballero verdaderamente amable y comprensivo se ofreció a ayudarme y pudimos encontrar una suerte de recipiente o tacho. Realmente, la vida presenta situaciones insospechadas."

Fuente:"La Caja. Revista del ensayo negro." N° 8. Junio-Julio de 1994.

www.elortiba.org

miércoles, junio 01, 2011

Bernardo Atxaga




Las cebras y la muerte

Éramos ciento cincuenta y siete cebras
corriendo por la llanura seca
y yo iba detrás del veinticuatro,
del veinticinco y del veintiséis,
delante del sesenta y del sesenta y uno,
y de pronto saltando nos adelantaron
el ciento dieciocho, el ciento diecinueve
y el ciento veinte diciendo "río", "río",
y el veinticinco repitió "río", "río"
y de pronto nos alcanzó el ciento treinta
y también nos adelantó saltando,
y el veinticinco giró hacia la izquierda
por delante del veinticuatro y del veintiséis,
y de pronto vi el sol en el agua del río
brillando con brillantes salpicaduras,
y el ocho y el nueve pasaron a mi lado
corriendo en dirección contraria
con la boca llena de agua y las patas
mojadas y el pecho mojado
y diciendo "adelante", "adelante"
y me crucé de pronto con el cinco y el siete
que también corrían en dirección contraria
pero diciendo "cocodrilos", "cocodrilos",
y luego pasaron el seis, el treinta y el doce
y todos dijeron a coro "cocodrilos",
y bebí agua, bebí agua brillante
de brillantes salpicaduras,
"un cocodrilo" gritó el veinticinco,
"un cocodrilo" repetí reculando
y corriendo en dirección contraria,
y me crucé de pronto con el ciento cincuenta
y el ciento cincuenta y uno,
"cocodrilos", "cocodrilos" dije
con la boca llena de agua y las patas
mojadas y el pecho mojado
y seguí corriendo por la llanura seca
detrás del veinticuatro y del veintiséis,
delante del sesenta y del sesenta y uno,
y había de pronto un hueco
entre el veinticuatro y el veintiséis,
y de un salto de pronto ocupé el hueco.
Éramos ciento cuarenta y nueve cebras
corriendo por la llanura seca,
delante de mí iban el doce, el trece
y el catorce, y detrás de mí
el cuarenta y tres y el cuarenta y cuatro.


Foto: Cortesía de Nora Lezano.

Fuente: Kriller71.blogspot.com

domingo, mayo 22, 2011

Labial



Son labios oblongos, tumescentes
Cruzados por nervaduras
Un fruto gastado
Pero persistente
Tremenda-mente presente
En un presente, rectangularmente acostado
O puesto en vertical, de frente

Los triángulos oscuros de los márgenes extremos
Prefiguran algo que se parece a un rostro
De rasgos nunca vistos
"Un rostro", querrían decir
(Si no fueran mudos)
Esos dientes
Empotrados como están
En la oscura viscosidad
Que sin embargo genera
La poca luz
Que logra proyectarse

¡Rían, rían ustedes y que rían ellos, mientras puedan!
También yo reiría, si no lo estuviese viendo...
(Pudiendo dejar, de estarlo viendo)
Y sin embargo, ese Ridículo
Es bello

Si se abriera levemente...
Se abriría a un drama
Si acaso se cerrara un poco más, o no
Si permaneciera así por siempre...
Cubriría con su máscara atroz
La voz del dios jocundo
La voz del dios de la tragedia


Collage: Gustavo Piccinini (Guti)
Texto: Eduardo Magoo Nico

domingo, mayo 08, 2011

Pasando al Interior




El fondo parece una pescadería

O màs precisamente

Un depósito de huevos de esturión rosado

La forma a modo de cripta u ojiva

Puede que gruta, mitreo o santuario

La entrega (el hijo maduro)

Viene a colocarse siempre después del sacrificio



Pero mas allá de la barba

(La risa, el mechón)

Las crines terminan en un jopo...

Y por debajo una arruga feroz, un enriedo

Una enmienda, un roto

Un disfraz distraído

Un culo



En los bordes extremadamente abiertos

Filigranas doradas apenas entrevistas

Signos en bajorrelieve

De un falso piso

Que sostiene (elástico) el prolapso

Y tiende lentamente a reabsorverlo

A su forma primigenia

Tan irresistiblemente horrenda

Como la “boca de la verdad”

Ella…

La que acaba por cerrarse



Texto: Eduardo Magoo Nico


sábado, abril 23, 2011

La sonrisa de Homero





Se parte al medio

Se dibuja

La sonrisa de Homero

Se desliza en tangos

Sobre una mano que desflora

(Cargada de gruesos anillos)

La prieta calza de red



Allí enclavada está, la sonrisa de Homero

De cuyos ojos fijos

Una linea abre en arco

El triángulo oscuro

Que se prolonga más allá de sus labios

Trompudamente macizos

En el filo lateral...



¡La gran sonrisa de Homero!

Que nace desde una oreja

Demasiado redonda

Demasiado perfecta

Para ser la emergencia

De su solo (puntual) agujero



La sonrisa

La sonrisa de Homero

Un modo casi femenino (se diría)

De llevar lo puesto

Y todo el mar por delante

Que bien podría ser un cielo…

La cabeza inscripta

En esa clara masa circular

Que delimita a poniente una hendidura

Una profunda nervadura de arrayán

(Ojo al bosque, una cosa es que se diga Rosamel Araya

Y otra muy distinta, Ze-la-ra-yán)



Yo digo que viene de muy arriba

Que parece recién hechita con La Gotita

Su adhesión original...

Hay una abertura sin embargo

Que se encava en la geometría (no Euclidiana)

De un fragmento

Que perfora sin remedio

La soberbia nuca de Homero

Y atraviesa rectamente el zig zag

De su único pelo lateral...



Porque este es un Homero que está contento

(Requete contento)

Directo a los ojos lo apunta

Una inmensa estrella fugaz



Texto: Eduardo Magoo Nico
Ilustrado por: Gustavo Piccinini

lunes, enero 31, 2011

Anna Ajmátova



En vez de prólogo

Diecisiete meses pasé haciendo cola a las puertas de la cárcel, en Leningrado, en los terribles años del terror de Yezhov. Un día alguien me reconoció. Detrás de mí, una mujer -los labios morados de frío- que nunca había oído mi nombre salió del acorchamiento en que todos estábamos y me preguntó al oído (allí se hablaba sólo en susurros):
-Y usted puede dar cuenta de esto?
Yo le dije:
-Puedo.
Y entonces algo como una sonrisa asomó a lo que había sido su rostro.

(...)

Epílogo 1

He aprendido cómo se hunden los rostros,
cómo bajo los párpados late el miedo
cómo surca el sufrimiento las mejillas
con trazo rígido de signos cuneiformes;
cómo los negros rizos y los rizos de oro
de repente se vuelven pálida plata,
cómo huye del labio dulce la sonrisa
y en la risita seca halla eco el terror.
Si ruego, no es sólo por mí: ruego
por todas nosotras, hermanas -en la desdicha- mías,
en el frío feroz y en el ardor de julio,
al pie de muros rojos que permanecieron sordos.

(Fragmentos de "Réquiem", 1935-1940)


Como una piedra blanca en el fondo de un pozo
un recuerdo mora en mí.
No puedo ni quiero luchar con él:
es agonía y alegría a la vez.

Quien me mire de cerca
pronto lo verá.
Quedará apenado y pensativo
como si escuchara una historia triste.

Sé que los dioses transformaban
a los hombres en cosas sin matar su conciencia.
Para que mis raras penas vivan siempre
te has transformado tú en recuerdo mío.

Slepniònovo, verano de 1916.


Tras el viento y el frío,
qué grato calentarse junto al fuego.
Pero dejé de vigilar mi corazón
y allí me lo robaron.

Los brillos de la fiesta de Año Nuevo se prolongan,
están húmedos los tallos de las rosas de Año Nuevo.
En mi pecho ya no suena
el temblor de las libélulas.

Ah, qué fácil adivinar el ladrón,
le conocí por sus ojos.
Lo peor es pensar que pronto, pronto,
él mismo devolverá su botín.

Enero de 1914.


De profundis... Mi generación
no saboreó apenas la miel. Y ahora
sólo el viento ulula a lo lejos, sólo
la memoria canta por los muertos.
Inconclusa quedó nuestra labor,
nuestras horas fueron horas contadas,
de la intuida división de las aguas,
de la cima de las altas cumbres,
del florecimiento y esplendor,
sólo nos separaba un leve suspiro...
Dos guerras, generación mía,
iluminaron tu camino terrible.

Tashkent, 23 de marzo de 1944.


Tierra nativa

No hay gente en el mundo menos dada al llanto,
más sencilla y altiva que nosotros.
1922


No la llevamos en amuletos sobre el pecho,
ni componemos versos quejumbrosos sobre ella.
No altera nuestro amargo sueño ,
ni la consideramos el cielo prometido.
No es en nuetra mente
objeto de compra o venta.
Sufriendo, enfermos, errantes sobre ella,
ni siquiera la recordamos.
Sí, para nosotros, es el barro de los chanclos,
para nosotros, sí, es la arena que cruje entre los dientes.
Y pisamos, aplastamos, deshacemos
ese polvo que no tiene culpa.
Pero yacemos en ella y en ella nos convertimos
y por eso, con toda libertad, la llamamos nuestra.

Leningrado, 1961.


"El canto y la ceniza", Antología poética, Ed. Debolsillo, junio 2010.

Ilustración: Retrato de Anna Ajmátova, por Amedeo Modigliani.

jueves, enero 13, 2011

Biso





Lejana deriva de tules primigenios

Delicadamente hilados

Flotan a pelo de agua

En el incorrupto principio de las cosas...



El agua corre ágil bajo sus pies

Que apenas pisan...

Mientras camina, conversa

¿Con ella misma?

¿Desnuda?

No de esas doradas redes, sin embargo

De las cuales su cuerpo

Parece que quisiera desprenderse



Su movimiento se confunde con el de las medusas

De bordes violáceos

Que atraviesan danzando el golfo...

¿Fue el hermoso velo

Animado de voluntad propia

La que la hubo envuelto

En su sereno avanzar hacia el escollo?



"Blanca y radiante..."

(A nadie se le hubiese ocurrido recordar a Antonio Prieto en estas costas)

“Va la novia”

Pero la tal medusa, cubierta con su velo de ámbar

Se entregaba con tan grande parsimonia al público ludibrio...

Que era como si una hija de Neptuno

Acabara de presentarse al Mundo Nuevo



Espléndida en su sencillez

La piel tan suave que bien podría ser de foca

Me miró hasta casi atravesarme la retina

Con un invisible alambre incandescente

(Un silencio largo cae dentro de ciertas palabras

Cargándolas de violencia)



La ninfa rompió las aguas y se dejó correr

Ella misma

Por los dulces muslos hasta los pies de nácar

Para luego unirse a esas otras aguas

Que se retiran veloces

Hacia la gran ola que volverá a englobarlas



Flujo y reflujo

Que antecede las palabras

Y las sostiene en un mareo inmóvil

Porque lo bello no es sino el inicio de lo tremendo

Yo me enredé en sus pliegues

En un confuso trafalgar de velas



(Ciertas veces

El viento se acelera de tal modo en los túneles de la mente

Que arrolla y destruye

En un estallido fulgurante de purpúreos desencajes

Toda claridad)


Texto: Eduardo Magoo Nico