martes, septiembre 10, 2013

Quien nunca haya amado, amará mañana



La Chica Silenciosa hizo sentir un suspiro...

(Las mujeres como ella, con su solo respiro generan Humanidad).

En su silencio:

-¿Dónde habré metido ese bendito cassette de "Acquaman y los Galácticos"?

-¿Cómo puedo ser tan pelotuda? ¡Si el Pontífice llega a enterarse, me hace empalar en Villa Fiorito!

Luego de un giro como de danza, con su largo vestido de encaje celeste sobre los cuadrados negros y blancos del embaldosado marmóreo, ella se dice:

-Y encima ni Guti, ni Pihué, ni el Muñeco (enfalansteriados como están en Colonia Hughes) podrán venir a ayudarme...

-¡No me queda otra que tomar el primer bondi que pase!

-¡Otro cacho de humanidad que se pierde, y siempre por mi culpa, por mi grandísima culpa!

Interrumpiendo su no decir diciendo, el Pontífice aparece repentinamente, y exclama:

-¡Como vinos preciosos mis versos también tendrán su hora!

(¡Qué susto, me cago en Dios! ¿De dónde salió éste ahora?).

-¡Es por vos que vivo solamente! (Respondiole prontamente ella).

-Lo mismo pensaba yo cuando venía hacia aquí. (Desafortunada coincidencia: de los dos, al menos uno miente).

Caminando magníficamente asidos por el brazo, recorrieron la terraza Palatina.

Dieron un último vistazo a las colinas circundantes.

-(Todos los centinelas han muerto en su puesto, he visto sus miradas, he admitido que me mirasen).

-¡Nadie te amará nunca como yo te he amado, Ponti!

-Cras amet qui nunquam amavit…
-Quique amavit cras amet.

(¡Cazzo, todavía debo pensar en como rajar de acá, antes que se desencadene la hecatombe!).

-¿Acaso lloras, Elena... por qué?

-No me lo preguntes, yo lloro.

-Dicen que Amor, es sólo piel y huesos, que va descalzo y será siempre pobre...

-¡Es que desde lejos, se ve mejor! (Dijo ella secándose las lágrimas).

-Ponti, si no te reís, por lo menos haceme un pucherito, que me gusta...

-Siempre pidiéndome cosas demasiado difíciles, sino imposibles, Elena. ¡A mi edad! (Yo a ésta la hago encular por el primer Guardia Suizo que se me presente).

-¿Ponti, realmente, vos pensás que un amor como el nuestro, podría darse entre la gente que curra?

-Elena, en primer lugar te diré que yo no soporto que se reemplace con el vocablo curre, el noble gesto del trabajo y del esfuerzo, o que se emplee robar (ejemplo sin igual, de una sociedad y un lenguaje degenerados) por emular, repetir, citar, reescribir, recibir influencia, inspiración, o asumir una determinada tradición, incluso copiando (si esto fuese literalmente posible). ¡Y la teoría del “entre”, querida mía, se la podés dejar a Gombrowicz y a toda esa caterva de putos, rusos e hinchas de Atlanta que todavía lo siguen, para que se la pongan donde corresponde!

-¡Pero Ponti, si vos te criaste en Villa Crespo!

-¡Vade retro Satanás! ¡Yo siempre fui de San Lorenzo!

-¿Entonces, niente pucherito?

-Mi respuesta es clara y distinta: ¡No!

-¿Ni? ¡Dále, aflojá un poquito!

-¡He dicho, no! (Y sin embargo, mi corazón late como un pajarillo aterido por la nieve).

-¿Viste lo que te sucede por malucho? Te vas a quedar sin el pan y sin la torta.

-¡La torta es mía!

-¿Pero quién le enciende las velitas?

-(¡Ay! ¡Dios! ¡Mi trabajo es infinito...!). ¡Rezáte un Padre Nuestro, hacé el favor! Que en cualquier momento llega el helicóptero.

-(Si es que no lo baja la antiaérea... ¡Yo me tengo que tomar el piro!). ¡Corro! ¡Voy al baño y vuelvo, Ponti! ¡No te vayas sin mí, por el Sagrado Corazòn de Jesús, te lo pido!

-¡No blasfemes, atorranta!



Ilustración: Guillermo Giampietro (fragmento)
Recorte: Gustavo Piccinini
Texto: Eduardo Magoo Nico