miércoles, junio 01, 2011

Bernardo Atxaga




Las cebras y la muerte

Éramos ciento cincuenta y siete cebras
corriendo por la llanura seca
y yo iba detrás del veinticuatro,
del veinticinco y del veintiséis,
delante del sesenta y del sesenta y uno,
y de pronto saltando nos adelantaron
el ciento dieciocho, el ciento diecinueve
y el ciento veinte diciendo "río", "río",
y el veinticinco repitió "río", "río"
y de pronto nos alcanzó el ciento treinta
y también nos adelantó saltando,
y el veinticinco giró hacia la izquierda
por delante del veinticuatro y del veintiséis,
y de pronto vi el sol en el agua del río
brillando con brillantes salpicaduras,
y el ocho y el nueve pasaron a mi lado
corriendo en dirección contraria
con la boca llena de agua y las patas
mojadas y el pecho mojado
y diciendo "adelante", "adelante"
y me crucé de pronto con el cinco y el siete
que también corrían en dirección contraria
pero diciendo "cocodrilos", "cocodrilos",
y luego pasaron el seis, el treinta y el doce
y todos dijeron a coro "cocodrilos",
y bebí agua, bebí agua brillante
de brillantes salpicaduras,
"un cocodrilo" gritó el veinticinco,
"un cocodrilo" repetí reculando
y corriendo en dirección contraria,
y me crucé de pronto con el ciento cincuenta
y el ciento cincuenta y uno,
"cocodrilos", "cocodrilos" dije
con la boca llena de agua y las patas
mojadas y el pecho mojado
y seguí corriendo por la llanura seca
detrás del veinticuatro y del veintiséis,
delante del sesenta y del sesenta y uno,
y había de pronto un hueco
entre el veinticuatro y el veintiséis,
y de un salto de pronto ocupé el hueco.
Éramos ciento cuarenta y nueve cebras
corriendo por la llanura seca,
delante de mí iban el doce, el trece
y el catorce, y detrás de mí
el cuarenta y tres y el cuarenta y cuatro.


Foto: Cortesía de Nora Lezano.

Fuente: Kriller71.blogspot.com