EL CORONAVIRUS Y LA AVIACIÓN
El actual coronavirus, distinguido con el nombre de COVID-19 que ha tenido
con bozal de perro bravo y ternero mamón a magnates, ministros, presidentes, místicos,
apostólicos farsantes, ateos, senadores, ignaros, intelectuales, científicos e
indigentes, cuenta, en su manera de propagarse, con una muy eficaz ayuda
tecnológica que la devastadora peste bubónica aparecida en el año 1347, no
tuvo, me refiero a la aviación. Ello porque en la actualidad, la mayor parte de
los intercambios turísticos, comerciales, deportivos, culturales,
universitarios y demás asuntos que alrededor del mundo requieren ser
presenciales, se hacen vía aérea, permitiéndose que sean millones de veces más
numerosos que los que se hacían antes de que apareciera el referido transporte,
el cual, dicho sea de paso, aunque el genio renacentista de Leonardo de Vinci nos
lo había perfilado desde el siglo XV por medio de escritos y dibujos, a finales
del XIX, sin desconocer el mérito que para su posterior desarrollo tuvieron los
intrépidos y hábiles experimentos que en esos años hicieron Otto Lilienthal-quien
falleció en uno de ellos- Clemente Ader, Santos Dumont y los hermanos Wrigth,
todavía era muy incipiente, siendo en el transcurso del XX que se impulsó de una
manera tan potente que sobrepasó la velocidad del sonido, hasta llegar al nivel
que tenemos en lo que va del XXI, en el cual se le sigue apostando a la
aeronavegación interplanetaria. Pero volviendo al enlace que la aviación está
teniendo con la pandemia que nos asiste, me parece muy curioso y un tanto
premonitorio que sea éste adelanto tecnológico el que esté facilitando la
propagación del COVID-19 por el mundo (la peste bubónica del siglo XIV, llamada
también peste negra que arrasó con buena parte de la población europea de ese
entonces, se propagó, vía marítima, por medio de barcos mercantiles que
llegaban a los puertos plagados de ratas infestadas de piojos portadores del
mortal y contagioso virus que no llegó a
América porque los europeos pisaron estos territorios 145 años después) continúo
aclarando que en ningún momento estoy queriendo decir que el adelanto
tecnológico sea contraproducente a la vida ¡no qué va! la tecnología que es la
hija más innovadora de la ciencia, a mi modo de ver, bien aplicada, podría ser
la panacea para que la especie humana salga avante del oscuro y húmedo laberinto
en que se halla inmersa, ocurre sí, que el capitalismo salvaje, en su versión
neoliberal que en breves palabras no es
otra cosa que la excesiva acumulación de la economía en unas pocas manos, en
detrimento de la inmensa mayoría, está orientándola a ser la nueva dictadura, y
si el adelanto tecnológico, en vez de servirnos para que podamos espaciarnos
con holgura en los más de 500 mil millones de
Km2 que tiene nuestra esférica y hermosísima nave espacial, llamada
planeta tierra, de los cuales más de 125 mil millones están en tierra firme,
decía que sí en vez de lo anterior, este adelanto sigue siendo utilizado por el capitalismo salvaje,
para que con su finalidad monopólica-antinatura nos amontone, cada día más y más,
en las aéreas metropolitanas del mundo, en compañía de perros y gatos,
conectados -hasta cuando comemos- a teléfonos celulares con los oídos tapados y
respirando un aire cada vez más pestífero, en medio de la galopante morbilidad
física y mental que el brutal consumismo nos está causando, cuyo principal y
cada día más deletéreo efecto es la enajenación de la realidad social, política
y económica cual sí fuéramos caballos cocheros que vamos de la casa a la
monotonía laboral y de ésta de nuevo a la casa y así hasta substraer la mayor y
más potencial parte de la fugaz existencia humana, si dejamos, repito, que la
tecnología con toda la transcendencia
que ha tenido y tendrá en la vida social del ser humano, se siga desvirtuando en pro de la mezquindad de
unos pocos, soslayando situaciones tan prioritarias y abrasivas como el
desequilibrio ecológico que es proporcional a la iniquidad reinante, pandemias
como la que está generando el COVID-19 y otras peores emergencias provenientes
de distintos frentes naturales, es muy
probable que se sigan presentando cada vez menos distanciadas en el tiempo y en
el espacio, convirtiendo el paraíso que habitamos, en un lugar inviable para la
preservación de nuestra frágil especie: ¿Qué tal un desprendimiento severo de
los polos, por el calentamiento global? No olvidemos tampoco que en el 2003
tuvimos otra pandemia de menor espectro y similares síntomas, engendrada por un
virus distinguido con el nombre de SARS ¿o será que el COVID-19 es una mutación
de éste? Peligros anunciados con sobrada antelación y desde distintas ópticas
por muchos visionarios, entre ellos, los
filósofos, economistas, sociólogos, historiadores y políticos Carlos Marx y
Federico Engels, quienes desde mediados del siglo XIX, con brillante lucidez,
nos alertaron de éstos y nos dieron las directrices políticas que deberían seguirse para evitarlos, directrices que aunque son
susceptibles de ajustes como lo es
cualquier propuesta humana que no esté soportada en los dogmas divinos,
conservan una estructura sólida,
fundamentada en el verdadero desarrollo social que es inherente a la equidad.
En fin, parceros lectores de este breve ensayo, inspirado por el
coronavirus y la aviación, según lo precisan las autoridades científicas,
mientras que no aparezca la vacuna- búsqueda que está en ciernes- el COVID-19
continuará su transgresora y clandestina travesía, iniciada en Wuhan-China,
viajando en los modernos aviones de la actualidad, hospedándose y, como ya lo
está haciendo, residenciándose, sobre todo en las áreas metropolitanas del
mundo que el capitalismo salvaje, en su versión neoliberal, como ya lo dije
renglones atrás, quiere verles “crecer” más, más y más, en aras de fortalecer, a toda costa, su aparato
productivo, ignorando que la madre naturaleza nos ha venido insinuando de múltiples formas y ahora
mismo nos lo está diciendo rotundamente por conducto del extraño-heteróclito
virus que nos tiene embozalados, que a ella no le gusta vernos apiñados, en
medio de tanto espacio: ello porque ahí
está el meollo de todos nuestros males.
Fredonia 28 de mayo de 2020.
(Un día que ya no vuelve)
Texto: GUSTAVO OSSA LONDOÑO