martes, noviembre 01, 2022

José Emilio Pacheco, (1939-2014).


Carta a George B. Moore para negarle una entrevista

 

No sé por qué escribimos, querido George,

y a veces me pregunto por qué más tarde

publicamos lo escrito.

Es decir, lanzamos

una botella al mar que está repleto

de basura y botellas con mensajes.

Nunca sabremos

a quién ni adónde la arrojarán las mareas.

Lo más probable

es que sucumba en la tempestad y el abismo,

en la arena del fondo que es la muerte.

Y sin embargo

no es inútil esta mueca de náufrago.

Porque un domingo

me llama usted de Estes Park, Colorado.

Me dice que ha leído lo que está en la botella

(a través de los mares: nuestras dos lenguas)

y quiere hacerme una entrevista.

¿Cómo explicarle que jamás he dado

una entrevista,

que mi ambición es ser leído y no "célebre",

que importa el texto y no el autor del texto,

que descreo del circo literario?

Luego recibo un telegrama inmenso

(cuánto se habrá gastado usted, querido amigo, al enviarlo).

No puedo contestarle ni dejarlo en silencio.

Y se me ocurren estos versos. No es un poema.

No aspira al privilegio de la poesía (no es voluntaria).

Y voy a usar, como lo hacían los antiguos,

el verso como instrumento de todo aquello

(relato, carta, tratado, drama, historia, manual agrícola)

que hoy decimos en prosa.

Para empezar a no responderle diré:

no tengo nada que añadir a lo que está en mis poemas,

no me interesa comentarlos, no me preocupa

(si alguno tengo) mi lugar en la "historia".

Escribo y eso es todo. Escribo: doy la mitad del poema.

Poesía no es signos negros en la página blanca.

Llamo poesía a ese lugar del encuentro

con la experiencia ajena. El lector, la lectora

harán (o no) el poema que tan sólo he esbozado.

No leemos a otros: nos leemos en ellos.

Me parece un milagro

que alguien que desconozco pueda verse en mi espejo.

Si hay un mérito en esto —dijo Pessoa—

corresponde a los versos, no al autor de los versos.

Si de casualidad es un gran poeta

dejará tres o cuatro poemas válidos,

rodeados de fracasos y borradores.

Sus opiniones personales

son de verdad muy poco interesantes.

Extraño mundo el nuestro: cada vez

le interesan más los poetas,

la poesía cada vez menos.

El poeta dejó de ser la voz de su tribu,

aquel que habla por quienes no hablan.

Se ha vuelto nada más otro entertainer.

Sus borracheras, sus fornicaciones, su historia clínica,

sus alianzas y pleitos con los demás payasos del circo,

o el trapecista o el domador de elefantes,

tienen asegurado el amplio público

a quien ya no hace falta leer poemas.

Sigo pensando

que es otra cosa la poesía:

una forma de amor que sólo existe en silencio,

en un pacto secreto de dos personas,

de dos desconocidos casi siempre.

Acaso leyó usted que Juan Ramón Jiménez

pensó hace medio siglo en editar una revista poética

que iba a llamarse Anonimato.

Anonimato publicaría poemas, no firmas;

estaría hecha de textos y no de autores.

Y yo quisiera como el poeta español

que la poesía fuese anónima ya que es colectiva

(a eso tienden mis versos y mis versiones).

Posiblemente usted me dará la razón.

Usted que me ha leído y no me conoce.

No nos veremos nunca pero somos amigos.

Si le gustaron mis versos

¿qué más da que sean míos/ de otros/ de nadie?

En realidad los poemas que leyó son de usted:

usted, su autor, que los inventa al leerlos.

 

Texto de José Emilio Pacheco. Fue un destacado escritor mexicano que publicó poesía, crónica, novela, cuento, ensayo, crítica literaria y traducción.

jueves, junio 23, 2022

“Servidumbres” - Eduardo Magoo Nico (2022).


 

Prólogo

 

            La polaca, primer libro de poesía de Eduardo Magoo Nico, fue publicado en 1995. Estas Servidumbres serán editadas finalmente en el 2022, más de un cuarto de siglo después. Y entre ambos, en el 2011, estuvo el segundo, Puros por cruza. Todos, en esos 25 años (la edición quedó por dos largos años suspendida como cosecuencia de la Pandemia de Covid-19), con Italia y sus lenguas rondando, primero como espacio de ida y vuelta, después de vida cotidiana. Sin embargo, a pesar de esa atmósfera nacional y lingüística, lo que se activa y se pone en juego en esta poesía es indudablemente el castellano. Muy especialmente Argentina, fuente discursiva reconocible y, por momentos, objeto de inquietud. No casualmente el segundo libro era titulado y atravesado por el poema que le daba nombre y que es, en su totalidad, una interrogación sobre raza, poder y emblanquecimiento imaginario en ese país de cruzas.

            La tierra en que se piensa no deja de estar presente en Servidumbres, tanto en los paisajes pampeanos y modulaciones criollas de la lengua, como en la fascinación por un mar que para los argentinos es precisamente un poema o un relato, a pesar de los miles de quilómetros de costa. Como en los libros anteriores, no faltan las focas, orcas, pulpos (logomarca de Julián Gayarre en redes que no son de pesca), y sirenas. Muchas sirenas, porque las olas se sueñan desde la tierra y por sus aromas: Dos pálidas camelias o un rubicundo eucalipto / Son suficientes / Para verme lanzado, nuevamente / Sobre el delirio del mar. El pulpo es un baqueano de pulpería.

            Hay cuatro libros en Servidumbres, y en su progresión se imponen diferentes ámbitos. Muchas formas del agua en el primero, los seres marinos y mitológicos en el segundo, y, en los dos últimos, el propio lenguaje. Ocurre que este volumen, entre los que Magoo ha publicado hasta ahora, es el que más se refiere al proceso creativo y, en especial, a la escritura. De diferentes maneras, poemas como “Toda juventud que ríe”, “Labial”, “Sigamos soñando los setenta”, “Quien nunca haya amado, amará mañana”, “Un agujero con la mente alrededor”, “Variaciones sobre un tema”, “La niña mugrienta”, “Un puente de tablas”, “Cuaderno patria”, tematizan esa cuestión.

            Puede ser un rimero que entra por una ranura como el imaginario de uno en el fruncir del otro. Puede ser una letra: De chiquito siempre me gustó la é / (La é mayúscula). También el teatro y lo vocal / bucal, tanto la voz como la boca erótica. Una mariposa pinchada en un recuadro, como huella de lo que fue escrito. La preescritura se antoja un agujero con la mente alrededor, estampado en un cuaderno por llenar, y que desde afuera se ve mejor, como trabajo infinito. La música del bandoneón puede descomponerse en algo gráfico inclusive previo a la escritura, o una forma primaria de representar, como rayitas.

            El Ponti dice, en uno de sus diálogos: Como vinos preciosos, mis versos también tendrán su hora. Y ante una pregunta de su compañera de voces dis-curre sobre emular, citar, recibir influencias, asumir tradiciones, en fin, todo lo que deriva del carácter no adánico del lenguaje. El escribir se encaja en los procesos naturales, como un gotear monótono de las páginas, un insecto que pide cuentos, y puede volverse un puente de tablas para que el poeta sea contado por otros. Es también ambiente cuando la tierrita se amadreselva con los gerundios del aire.

            En el punto en que Servidumbres parece estar por cerrarse, nos encontramos con un penúltimo poema, “La herencia”, que parece lanzarse sobre el tópico de la escritura poética como testamento para el mundo. ¿Se trata acaso de testimoniar que alguna vez hubo una historia? Las imágenes parecen indicar un final del juego, pero ¿hasta qué punto escribir o dejar de hacerlo es algo que se decide? De hecho, el poema que sigue se llama “El olvido”, y cierra el libro, pero estableciendo un retorno: hay un diálogo con La Polaca, aquel primer libro en el que hace cuatro cinco estaciones llueve.

Como decía al comienzo, un cuarto de siglo (un cuartito que es un puente entre dos de ellos) separan esas dos puntas de una escritura, argentina y apátrida, criolla y de movida europea. Imposible no pensar que el primer retoño aparece bajo un despreocupado menemismo, cuando todavía varias partes del mundo parecían crecer y marchar hacia algo “nuevo”, que muchos veían como soportable o previsible. Y que este tercer brote, independientemente de la cronología de escritura de sus partes, nos llega entre llamaradas, tsunamis y multitudes enardecidas de nuevos símbolos: chalecos, sardinas, perros matapacos, pañuelos y wiphalas. En la partida y la llegada del círculo fue necesario prepararse largamente para la lluvia. Veremos si nosotros los pobres, seguiremos invictos, como en la palabra de Eduardo.


Adrián Pablo Fanjul

(Adrián Pablo Fanjul es doctor en Lingüística y Lengua Portuguesa por la Universidad Estadual Paulista (2002). Profesor en el Área de Español del Departamento de Letras Modernas de la Universidad de Sâo Paulo.)


“Servidumbres” – Eduardo Magoo Nico. La Cartonera edizioni, Roma, 2022. (PDF)


PS: Se agradece a Perro Gris (ediciones y librerìa independiente) el espacio concedido, y la gracia de facilitarnos un enlace de descarga gratuita en sus pàginas Web:


https://www.facebook.com/edicionesperrogris/

http://www.edicionesperrogris.com/

Enlace de descarga: 

https://drive.google.com/file/d/10UieHt0-2ZbKnd7LNWhQ-t9luskre3UH/view?fbclid=IwAR28-oVcbSTFRcGcj4SWQ_UaeI8IpuNbxLMTqm2V4-Id4uQw9JG8Tp8NTc4






 

 

 

 

 

 

 

domingo, mayo 15, 2022

El casamiento


 

 Disparatada bóveda

Tras la entrada que no entra

Clavado con el bulto

Nadie

Nada

Toca

Es mejor no moverse

(Quería huir y no podía)

Yo también a veces

¿De dónde saliste?

¿No ves que soy como vos?

Somos de carne y hueso

¡Buh..!

Y estamos en alguna parte (según parece)

Sin embargo todo es a-normal:

¡Hola!

¡Hola!

Pernoctar se puede (pero con delicadeza)

Con corrección

Con educación

Bueno, abracémonos

Un momento, no se puede...

Porque de eso sale después tanta porquería

Es evidente

No aguantaron

De padres y madres, enloquecieron

¿Que haremos?

Nada

Nadie

Comería algo, sin embargo

(Como si tocasen campanas proferir palabras en alta voz…)

Pregunto: ¿cuándo comeremos?

¡Detente con tu cuchara!

Este lugar me recuerda algo

Desfigurado

Desmoronado

(Todo el tiempo estoy hablándome a mi mismo)

¡Detente con tu cuchara, porque todavía yo no lo levanté la mía!

¡Yo ya no soy hijo!

Buena la sopa... (éste teme que le pegue)

Me gustaba aquél mondongo...

Si vos podés, yo también puedo

¿Y no sentirías remordimientos?

No, porque uno imita al otro

Eso sí que nos viene como anillo al dedo… ¡ja ja ja!

¡Jo, jo!

Pero no se trata de eso, aquí hay alguien más:

Es una muchacha para servir... (y está bastante bien servida)

Se puso como un tomate la pobrecita...

Se ve que sabe

¿Otra vez te pica, che?

El provolone

Hablando de todo un poco: ¿Los conocidos viven?

Algunos

A mi me da lo mismo

(Con qué facilidad digo “me da lo mismo”)

¿Si fuese ella, entonces, porqué no nos habla?

Ella no es (ella fue)

De la novia una sirvienta se hizo

Taponada

¡Y por siempre encarcelada en ramera!

Un detalle...

Es un detalle

A millares de muchachas les sucedió lo mismo

En todo el mundo

En Kiev y en Barcelona

En París y en Verona

En Cracovia y en Goritzia

En Junin y en Buenos Aires

El hijo ha vuelto a la casa pero la casa

Ya no es Casa

Ni el hijo es Hijo

¡Qué nadie vuelva a nada!

Sí, bailemos

¡Qué sean felices!

Mamá: no hay que llorar…


Texto: Eduardo Magoo Nico - Una paráfrasis de "El Matrimonio" de Witold Gombrowicz.

Foto: Alejandro Pi-hué.

 

 

 

 

 

De rodillas ante ti


Y yo te tocaré con este dedo…

¡Paren un cacho, che!

Todo esto me parece demasiado artificial...

¿Y qué importa? Si vos sos super natural

Soy natural, sí

Quisiera serlo

¿Entonces resulta lo que digo?

(Silencio horrible)

Imaginemos que me siento

(Mover piernas y manos)

¿No puede acaso él aguantar?

Yo aguanto

¡Un padre, tiene que aguantar!

¡Bien dicho pibe!

Sí, bien dicho...

Pero de nuevo suena solemne

¿Qué es el padre?

¿Quién lo hizo?

(No hablo sino declaro)

¡Hablo y sólo ante mí profiero mis palabras!

Tengo que ser forzosamente artificial...

Porque si a nadie hablo

¿Qué hacer?

¿Sentarme?

¿Pasear?

Podría arrodillarme

Naturalmente, esto resultará muy artificioso...

Me arrodillaré entonces, pero no para mí

Yo aquí estaré de rodillas

¡Traten de eliminar ahora mi arrodillamiento!

¡Y yo los tocaré con este dedo!

¡Que pavada!

Es una farsa idiota

(Esto se pone cada vez más tonto)

Y encima ya no puedo levantarme

Porque no corresponde...

¿Me casarán?

¡Se puso colorado!

¡Ja ja ja, se avergonzó!

No podría imaginar algo más extraño

Sin embargo la alegría me inunda

Y en el humo de la ficción

¡Canta el corazón!

Perdón:

Soy un poetastro...

 

¡Yo te totocaré todavía!

¿Tú me darás?

¡Yo te daré!

¡Cochino, cochino, cochino!

Dichoso en estos momentos

El corazón maternal

Que durante tanto tiempo

Se sintió tan mal

He dicho.


Texto: Eduardo Magoo Nico - Para una paráfrasis de "El Matrimonio" de Witold Gombrowicz.

Foto: Alejandro Pi-hué.





 

 

 

 

 

 

domingo, abril 24, 2022

La valentía


 

El enorme trabajo

El peso de la tierra

De esta tierra atada

Alambrada al trabajo

 

Las llagas de las llagas de uno

De músculos retorcidos como paja

Colgando de un alambre

 

En el lejano horizonte

Sobre una carretilla que es el mundo

La bolsa de plumas de mi pensamiento

Liviano, como una pesadilla

 

Zara

Soy la valentía

El hombre de este mundo

El inocente asesino sin saberlo

Soy la valentía

El trabajo ajeno y sin sentido

Siempre ajeno

 

Yo no sé

(Y nada quiero saber)

Que fue otra, la que

Adelantando el carro de la historia

Detuvo el látigo y vino a salvarme

 

Lloraba Zara

Lloraba por mi valentía

Que perdía para ella

Lloraba por mi vientre helado

Que ya veía atado al mástil

Hinchado de carbunclo

 

Zara

Mi cuerpo exhausto

Delgado, como una pesadilla...


Texto: Eduardo Magoo Nico

Foto: Un conventillo de Buenos Aires. Fines del 800 (Archivo General de la Naciòn).