jueves, junio 23, 2022

“Servidumbres” - Eduardo Magoo Nico (2022).


 

Prólogo

 

            La polaca, primer libro de poesía de Eduardo Magoo Nico, fue publicado en 1995. Estas Servidumbres serán editadas finalmente en el 2022, más de un cuarto de siglo después. Y entre ambos, en el 2011, estuvo el segundo, Puros por cruza. Todos, en esos 25 años (la edición quedó por dos largos años suspendida como cosecuencia de la Pandemia de Covid-19), con Italia y sus lenguas rondando, primero como espacio de ida y vuelta, después de vida cotidiana. Sin embargo, a pesar de esa atmósfera nacional y lingüística, lo que se activa y se pone en juego en esta poesía es indudablemente el castellano. Muy especialmente Argentina, fuente discursiva reconocible y, por momentos, objeto de inquietud. No casualmente el segundo libro era titulado y atravesado por el poema que le daba nombre y que es, en su totalidad, una interrogación sobre raza, poder y emblanquecimiento imaginario en ese país de cruzas.

            La tierra en que se piensa no deja de estar presente en Servidumbres, tanto en los paisajes pampeanos y modulaciones criollas de la lengua, como en la fascinación por un mar que para los argentinos es precisamente un poema o un relato, a pesar de los miles de quilómetros de costa. Como en los libros anteriores, no faltan las focas, orcas, pulpos (logomarca de Julián Gayarre en redes que no son de pesca), y sirenas. Muchas sirenas, porque las olas se sueñan desde la tierra y por sus aromas: Dos pálidas camelias o un rubicundo eucalipto / Son suficientes / Para verme lanzado, nuevamente / Sobre el delirio del mar. El pulpo es un baqueano de pulpería.

            Hay cuatro libros en Servidumbres, y en su progresión se imponen diferentes ámbitos. Muchas formas del agua en el primero, los seres marinos y mitológicos en el segundo, y, en los dos últimos, el propio lenguaje. Ocurre que este volumen, entre los que Magoo ha publicado hasta ahora, es el que más se refiere al proceso creativo y, en especial, a la escritura. De diferentes maneras, poemas como “Toda juventud que ríe”, “Labial”, “Sigamos soñando los setenta”, “Quien nunca haya amado, amará mañana”, “Un agujero con la mente alrededor”, “Variaciones sobre un tema”, “La niña mugrienta”, “Un puente de tablas”, “Cuaderno patria”, tematizan esa cuestión.

            Puede ser un rimero que entra por una ranura como el imaginario de uno en el fruncir del otro. Puede ser una letra: De chiquito siempre me gustó la é / (La é mayúscula). También el teatro y lo vocal / bucal, tanto la voz como la boca erótica. Una mariposa pinchada en un recuadro, como huella de lo que fue escrito. La preescritura se antoja un agujero con la mente alrededor, estampado en un cuaderno por llenar, y que desde afuera se ve mejor, como trabajo infinito. La música del bandoneón puede descomponerse en algo gráfico inclusive previo a la escritura, o una forma primaria de representar, como rayitas.

            El Ponti dice, en uno de sus diálogos: Como vinos preciosos, mis versos también tendrán su hora. Y ante una pregunta de su compañera de voces dis-curre sobre emular, citar, recibir influencias, asumir tradiciones, en fin, todo lo que deriva del carácter no adánico del lenguaje. El escribir se encaja en los procesos naturales, como un gotear monótono de las páginas, un insecto que pide cuentos, y puede volverse un puente de tablas para que el poeta sea contado por otros. Es también ambiente cuando la tierrita se amadreselva con los gerundios del aire.

            En el punto en que Servidumbres parece estar por cerrarse, nos encontramos con un penúltimo poema, “La herencia”, que parece lanzarse sobre el tópico de la escritura poética como testamento para el mundo. ¿Se trata acaso de testimoniar que alguna vez hubo una historia? Las imágenes parecen indicar un final del juego, pero ¿hasta qué punto escribir o dejar de hacerlo es algo que se decide? De hecho, el poema que sigue se llama “El olvido”, y cierra el libro, pero estableciendo un retorno: hay un diálogo con La Polaca, aquel primer libro en el que hace cuatro cinco estaciones llueve.

Como decía al comienzo, un cuarto de siglo (un cuartito que es un puente entre dos de ellos) separan esas dos puntas de una escritura, argentina y apátrida, criolla y de movida europea. Imposible no pensar que el primer retoño aparece bajo un despreocupado menemismo, cuando todavía varias partes del mundo parecían crecer y marchar hacia algo “nuevo”, que muchos veían como soportable o previsible. Y que este tercer brote, independientemente de la cronología de escritura de sus partes, nos llega entre llamaradas, tsunamis y multitudes enardecidas de nuevos símbolos: chalecos, sardinas, perros matapacos, pañuelos y wiphalas. En la partida y la llegada del círculo fue necesario prepararse largamente para la lluvia. Veremos si nosotros los pobres, seguiremos invictos, como en la palabra de Eduardo.


Adrián Pablo Fanjul

(Adrián Pablo Fanjul es doctor en Lingüística y Lengua Portuguesa por la Universidad Estadual Paulista (2002). Profesor en el Área de Español del Departamento de Letras Modernas de la Universidad de Sâo Paulo.)


“Servidumbres” – Eduardo Magoo Nico. La Cartonera edizioni, Roma, 2022. (PDF)


PS: Se agradece a Perro Gris (ediciones y librerìa independiente) el espacio concedido, y la gracia de facilitarnos un enlace de descarga gratuita en sus pàginas Web:


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Enlace de descarga: 

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