La suciedad
La excrementicidad
Los pensamientos innobles y ruines
Están en la mente de todos
(Y en la mía)
Lo que se repite allí
Se anula luego, prolijamente
Si escribo solo para mí
¡Para qué tanta antífona y contraantífona
Cópula de metáforas y meteoritos
Por la luna del carajo!
Podría suprimirlo todo...
(Queriendo)
Pero las piedras lanzadas al azar
(Como las frases idiotas)
No vuelven hacia atrás...
Parecen inofensivas
Y una vez echadas a rodar
(Por la ladera literaria)
Pueden infectar toda la lengua
O incluso deslenguar a los hablantes
Cogí pues (con perdón de la palabra)
Una flor cristalizada del armario
En ella pude ver vetas casi imperceptibles
En lo hondo de la cresta
Picos de montañas infinitamente pequeñas
¿Es el polen, la substancia del amor fosilizado?
Un olor débil
Un chisporroteo de corpúsculos
Que están ahí desde mucho antes
Y que sólo se dejan percibir
Cuando uno ha frotado su flor-manía
Cumplidamente
Contra el palmo de la mano
Constelaciones semejantes a las del cosmos
(A un paso de la oscura antimateria)
Continúan allí su retórica, haciendo estragos...
Aparece una archi ramera navegante
Que desparrama todo lo escrito, con su kayak
Y te manda recordar que olvides
Texto: Eduardo Magoo Nico
Foto: Alejandro Pi-hué
No hay comentarios.:
Publicar un comentario