martes, noviembre 17, 2020

Delectatio morosa


 

De espira en espira


De madre a padre

 

De mi padre en mí

 

Fue naciendo el doble rostro

 

Horrendo

 

De toro y de serpiente

 

De la Niña cuyo nombre no se puede decir:

 

Así lo que se atoró en el nudo (heracleótico)

 

Vuelve siempre reptando

 

Se fue asiendo en madeja

 

Que todo lo envuelve

 

 

 

Allí donde Ananké se hubo enroscado una vez

 

(En torno a la carne radiante del TiempoSinVejez)

 

Fue el comienzo de la Historia

 

Cuando yo caminaba

 

Ella caminaba conmigo

 

Cuando me arrodillaba ella lo hacía también

 

A veces las chicas que normalmente hablaban entre ellas

 

Ignorándome

 

Me hacían una seña para que me acercara

 

Si cerraba los ojos, desaparecían

 

Pero seguía sintiendo sus presencias

 

Era como si condividiéramos un mismo ser

 

Un alma

 

Y a todas ellas, yo las llamaba mi familia

 

 

 

Llegué a contar hasta quince imágenes de mí misma

 

En edades diferentes

 

A veces me fastidiaban, porque una  

 

Se me ponía delante para no dejarme ver

 

Así, yo siempre supe casi todo lo que debía suceder

 

Y si fui virgen alguna vez

 

Nunca fui inocente

 

 

 

Antes de mí, era mi madre la que huía

 

De la flecha que se dirige hacia atrás

 

Para hincarse en el Origen

 

Mi madre huía, y mi padre no se cansaba de perseguirla

 

En mi nombre, el saqueo y el asesinato

 

Quedaron para siempre superpuestos a una belleza sin nombre:

 

La niña que yo era, debía ser la Niña

 

Ya que un viejo entuerto había, entre dos hermanos poderosos

 

Y mi doble anillo debería pasarse, de dedo en dedo

 

Como rehén

 

 

 

Mi madre intentó ocultarme a mi destino

 

En un carruaje imponente

 

Cubierta por el cinto oscuro de una nube

 

Ella guiaba las alas de los inquietos dragones

 

Que se precipitaban como caballos lanzados en el viento

 

Encontró una gruta insospechable

 

Quiso llevarme allí, como a un altar nupcial

 

Donde todos ofrecerían sus presentes

 

Por un himeneo sin violaciones:

 

¡Ilusa!

 

 

 

Mi nodriza

 

Dedicada como siempre a cardar la lana

 

Cantaba mientras trabajaba

 

Perséfone, no podrás escapar, estás predestinada...

 

Yo reía ante el opaco espejo de bronce

 

Y mi imagen me imitaba cuchicheando con sus amigas

 

A veces bajo el abrazador sol del mediodía

 

Me desataba el (¡casto!) sostén

 

Y refrescaba mi piel con el agua de la fuente

 

Dejando por un momento de urdir

 

Los pesados hilos, del telar de Palas

 

 

 

Pero a los ojos de mi padre nada pudo ocultarme

 

En su corazón, un huracán de preocupaciones

 

Que nunca duerme, silbaba constantemente

 

Él empezaba a arder con la más grande antorcha

 

Que haya podido surgir de una pequeña chispa

 

Toro, padre de serpiente y padre de toro serpiente

 

En la montaña el Oculto

 

El Aguijón

 

 

 

Mi sueño era entonces una invasión del cuerpo y de la mente:

 

Theós diá kolpou

 

(Dios a través del vientre)

 

Hacerse íntimo de lo que nos es más extraño

 

Allí donde yo estoy, mana el agua

 

Mi ojo es líquido

 

Ondulante como las olas, se renueva siempre

 

(¡Hay algo más extraño, acaso, que una serpiente!)

 

El toro salió del mar y al mar volvió a arrojarse

 

 

 

Aflojó la corona de espigas Demetra

 

Liberando los largos rizos

 

Que fueron a envolver su cuello

 

Las mejillas de la diosa se bañaron en lágrimas

 

Se hallaba estremecida a causa de su hija

 

Pues Eros, con un sólo proyectil llameante

 

Había enloquecido a tantos pretendientes...

 

Temía especialmente a Hefesto

 

¡Que no tenga su hija un marido cojo!

 

Así son los padres de un único hijo

 

Siempre temen por sus niños mimados

 

 

 

A causa de estos himeneos de dragón

 

El vientre de Perséfone se hinchó de fecunda progenie

 

Y dio a luz a Zagreo

 

Un vástago cornudo

 

Él, por sí sólo, subió sobre el celeste trono de Zeus

 

Y con su pequeña mano de recién nacido

 

Blandió el Relámpago

 





Texto: Eduardo Magoo Nico

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