miércoles, agosto 04, 2010

Georg Trackl




El horror
(Das Grauen)


Me vi pasar a través de habitaciones desiertas.
Las estrellas bailaban extraviadas sobre el fondo azul,
y en los campos aullaban los perros en voz alta,
y en las cimas se arremolinaba salvaje el föhn.

Mas de repente: ¡Silencio!, un sordo escalofrío
hace florecer venenosas flores en mi boca,
desde el ramaje cae como de una herida
vislumbrándose pálido el rocío, y cae, cae como sangre.

Del vacío engañoso de un espejo
se alza lentamente y como en la proximidad
del horror y la oscuridad una cara: ¡Caín!

Muy suavemente murmura la portera de terciopelo,
a través de la ventana mira la luna igual que al vacío,
y heme aquí solo frente a mi asesino.



A los que han enmudecido
(An die Verstummten)


Oh, la locura de la gran ciudad, cuando en la tarde
junto al negro muro miran fijamente árboles raquíticos,
detrás de una máscara plateada asoma el espíritu del mal;
la luz expulsa con látigo magnético a la noche vuelta de piedra.
Oh, el inmenso doblar de las campanas al crepúsculo.

Ramera, que en el aguacero helado da a luz un niñito muerto.
Azota furiosamente la cólera de Dios la frente del poseído,
peste purpúrea, hambre que destroza los ojos verdes.
Oh, la risa terrible del oro.

Pero silenciosa se desangra en oscura cueva una humanidad muda,
forja con duros metales la cabeza redentora.


Colección Visor. Alberto Corazón editor, 1973.
Traducción, Angel Sánchez.

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