Junto a la floresta de hermosos pétalos derramó abundantes lágrimas el toro compadeciendo a Himno, lloró tambien la ternera y se postró tristemente ante el cuerpo palpitante del joven boyero, de modo que parecía cantar:
El bello pastor ha muerto,
Lo mató una hermosa niña.
Una doncella dio muerte
A quien de veras la amaba,
En vez de filtros de amores,
Fatal recompensa diole,
Bañó su bronce en la sangre
Del pastor enamorado
Y extinguió el fuego de amor.
El bello pastor ha muerto,
Lo mató una hermosa niña.
Vistió de luto a las Ninfas,
No ha escuchado a la montaña,
No atendió al olmo y al pino
Que le decían así:
“No le lances la saeta
no mates a ese pastor”.
Aun el lobo llora a Himno,
Se duelen los fieros osos.
Con coraje en la mirada,
Le llora incluso el león.
El bello pastor ha muerto,
Lo mató una hermosa niña.
Buscad otro monte, bueyes,
Otro monte en el exilio,
Pues mi amoroso pastor
Murió a manos de una niña.
¿Qué nuevos pastos veré?
Adiós mis pastos, adiós
A vuestros lechos silvestres.
El bello pastor ha muerto,
Lo mató una hermosa niña.
Adiós picos y montañas,
Adiós torrentes y Ninfas,
Adiós a vosotros árboles
Tanto Apolo como Pan
Claman tan desconsolados:
El oboe calla indignado,
¿Dónde se halla la justicia?
¿Dónde se encuentra el amor?
Eros, no toques tus flechas,
Que no cante la siringue:
Murió el músico pastor.
Nono de Panópolis, "Dionisíacas", siglo V
Ed. Gredos, 2001
Ilustración: Guillermo Giampietro
(Se trata de un thrènos o lamento en forma de poesía bucólica, es único en la épica griega)
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