De improviso te puede invadir
La súbita necesidad de hacer cosas
Que nunca has hecho
Y en un instante sentirte atravesado
Por cientos de animales en fuga...
Pero esa sensación extraordinaria
Es igualmente menor
Respecto a la velocidad de tu sangre
Podés llegar a pensar que te está por explotar el
corazón
Ves que la gente del campo
Se reúne a tu alrededor para mirarte
Pero el ruido del flujo es tan fuerte
Que cubre todo lo que rumorean
Y el dolor es tan grande
Que quisieras morir para no sentirlo más
Pero no morís
Al final cuando el dolor se aplaca
Te adormentás
Y en el sueño te preguntás para qué sirve
Ese dormir sin sueño y sin imagen
Ese vivir, efímero, entre abrojos
Nada podrá entonces suceder mientras no despiertes
(De esa pequeña eterna muerte)
Y es al abrir los ojos
Que te descubrís siendo un Dios
Todo asume un carácter exorbitante
Sentís una fuerza física explosiva
Tu mirada es tan aguda
Que ves a los animales de presa
Antes que ellos te descubran
El ritmo de la selva fluye por tus venas
Y hasta parece que las plantas se inclinaran a tu paso
Es la estación reservada al poderío de las almas
El período de las trampas
Y mi espíritu saliendo del cuerpo yoico
Se prepara para la caza
Durante este tiempo
Se debe reducir al máximo la dieta
No
intimar con ningún tipo de bicho o de mujer
No matar animalitos al pedo
Ni siquiera aquellos que vienen casi a pedirte por
favor
Que los revientes
Los animales hablan mucho entre ellos
Y matando alguno, no se haría otra cosa
Que provocar inquietud en sus espíritus
Siendo así, estarán alerta
Dirán al tapir que ese otro tapir
Que se acerca y sonríe
No es más que el simulacro de un alma humana
Y la trampa fallará
Vermes, larvas y termitas, pueden ser comidos
Pues no saben hablar
También las tortugas
Y los perezosos pueden comerse
Porque hablan tan lentamente
Que el nivel del río habrá descendido
Los pantanos se habrán secado
Y el período de las trampas habrá terminado
Para cuando ellos concluyan
Importante es encontrar un lugar del sendero
En el que pasen entre dos árboles las huellas
Construir un arpón sólido
Emplazándolo a la altura del corazón
Para que sea mortal
Luego cubrirlo cuidadosamente
Con ramas y cortezas
Incluso el estúpido tapir
Que se hace engañar por un alma travestida
Reconocerá a lo lejos una trampa
Si no se cubre cuidadosamente con follaje
El arpón puntiagudo
Los días siguientes
Los dedicamos a recoger hierbas curativas
Y fruta, que todavía crecen silvestres
En las antiguas chacras de un pueblo abandonado
Hasta que una noche vi en sueños
La trampa dispararse al alba
Partimos a las cuatro
Llegamos al lugar poco antes del amanecer
Entonces sentimos el rumor seco y un grito
Un tapir enorme
Se lanzó sangrando contra los arbustos
Y a los pocos metros
Cayó muerto en el abrojal
A veces (como ves) te encontrás haciendo cosas
Que nunca hubieses imaginado
Sin embargo es la memoria
La que nos impone una historia
Con su consecuente identidad
La memoria es el engaño
Y el deseo su trampa
(Te cuento esto para ayudarte a cambiar
A pensarte otra
Quisiera que cambies tanto
Que mi memoria no te alcance y reconozca:
El día, tras la noche ha de ser
Se trata sólo de aprender
Y luego adivinar)
Texto: Eduardo Magoo Nico
Foto: La foto pertenece a la
muestra "Tekoporâ" realizada en el Museo Nacional
de Bellas Artes, en Buenos Aires, Argentina (2015), marcando un hito, al tratarse
de la primera vez que una exposición paraguaya se presentó en dicho museo y que
tal institución alojó una istalaciòn de carácter integralmente indígena y popular.
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