“La
potente generó al potente”
La belleza era posible cuando en el jocoso coro
Gozábamos con nuestras visiones
Y nos introducíamos en aquella (que entre todas)
Era la iniciación más beata
Entonces exultábamos como íntegros y perfectos simulacros
Luminosos y serenos
Libres de este sepulcral signo de reconocimiento
A nosotros adherido como una ostra
La ley del silencio custodia cuidadosamente
Aquello que se ha descubierto tarde...
Es hora de dejar atrás las injurias del carro:
Quien disfruta de la armonía del creato
Saber amar a los poetas
¡Iaco! Vamos al campo
Doblemente asidos del brazo
Y festejemos nuevamente
Como solíamos hacerlo...
¡Ven sobre este prado blando a danzar
Sacudiendo tu corona de mirto!
¡Mira como tiemblan
Las rodillas de los viejos!
Se quitan de encima como escamas las penas
Los demasiados años de la edad tardía
En tanto el valle, resplandece de llamas...
¡Oh, Iaco! ¡Que el canto suave de la fiesta has inventado!
Ven junto a la Diosa con nosotros
Amante de las danzas
Y muéstranos cómo sin fatiga
Das mayor vigor a la divina rueda
Aquí están tus amados compañeros
Protege este coro que es tuyo, Demetra
Has que al seguro, toda la noche
Podamos bromear y cantar
Y que tras las muchas tonterías, y con el mismo brío
Otras tantas cosas serias, digamos
Y luego de las risas y los desatinos
Qué ella finalmente su corona me ofrezca...
Entonces Iaco (amante de Alegría)
Con el ritmo sincopado de sus pies descalzos
Reaviva las ardientes brasas
Y modula la orgía, que se desencadena
Todos claman, recitan, alaban, pregonan…
Cada uno a su modo en el florido seno se adentra
Mientras las mujeres batiendo palmas ofrecen
Los dulces de sésamo y miel, llamados Mylloi
Heroísmo del cuerpo es la muerte
Heroísmo del alma, vivir
¡Oh, Iaco, de azafrán y de menta!
Haz sí que sea, coronado esta vez…
Texto: Eduardo Magoo Nico.
Imagen: Escultura de Nikki de Saint Fhale, foto del autor.
1 comentario:
Deposito alrededor de su frente los laureles. Coronado.
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