La más perfecta carne al partir
Parte el ser
En mil fragmentos desiguales
Un sentimiento de profundo
Y singularísimo
Afecto
Me inspiraba Noelia
Cuando su rostro atravesó
La ventana
Su magnífica cabellera de lluvia y llanto
Llamó la descarga
Un fuego hasta ese entonces desconocido
Que ni abraza
Ni envuelve
Ni quema
Encendió la más perfecta carne
Que al arder
Rompió su imagen
En mil porciones diminutas
Amarga y torturadora
(No de Eros, no de Psique)
Fue la convicción gradual
De que en modo alguno
Yo podría definir
Su carácter insólito
O regular su intensidad
Texto: Eduardo Magoo Nico
Ilustración: Gustavo Piccinini
4 comentarios:
Su cabellera chorreante, los rìos, el agua insistente de los arroyos...el océano no apagan el fuego. Porque hay sed. Y no se calma.
El fuego tampoco se calma. Porque hay hambre, y sigue ardiendo hasta hacer de ese hijo un pedazo de carne que Mercurio devora a
dentelladas.
Pero, no quiere saberlo, porque prefiere "la vaga intensidad" de la Maga, comiendo salchichas a orillas del Sena, tratando de olvidar que Rocamadour ya no està: ese Rocamadour de lluvia y de llanto.
Bonito poema.
muy bello. gracias por compartirlo
Bello. Me gustó. Felicitaciones, poeta.
Me gustó mucho. Gracias por compartir
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