La carne blanca de las raíces
Que se mezclan
Tenía sus razones:
No había escapatoria
Por primera vez abiertas
A la tierna indiferencia del mundo
Subterráneo
No percibían sino la humedad
De lo recién anegado
El ímpetu del agua
Hundiéndose aún más en la penumbra
Encontraron un rostro
Más blanco que sus más delicadas gemas
-Mi deseo no era otro que completar la dicha de un hogar
feliz...
(Siempre me bastaron las migajas)
-Yo soy Perla, la perla del mercader
Aquí yazgo enterrada, bajo estos pastizales...
¡Un día harán con mi virgo un relicario,
Y seré la nueva santa de todas las putas!
-¿Es cierto que el amor es como un lobo hambriento?
¿Que todo lo devora?
-Quien quiera que sea el genio
De estos lugares imposibles
Carece de talento...
¿Sólo por que ha puesto allí esa escalera
Cree que conserve algún sentido volver a comenzar?
(Manos que se inquietan
Coyunturas
arqueadas
Gemir
Trepidaciones
y pataleos...
Era
entonces joven
Y los
jóvenes creen
Que todas las edades
Están a su disposición)
-¿Acaso piensa (mil veces maldito y reconcebido) que sólo
porque existe la escalera
Vale la pena volver a comenzar?
Texto: Eduardo Magoo Nico
Ilustración: Johannes Vermeer, "La joven de la perla" (1665).
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