-¡Güija Verija!
¡Se vino el Omicrón nomás!
-Ya estaba
escrito...
-¿Quién lo
escribió?
- Un tal Erasmo
de Roterdám según me han dicho. Debió haber sido un ruso de las colonias
entrerrianas, el hombre.
- ¡Aura caigo!
Me lo habían mentado en otra ocasión: ¡Es el pulpero que inventó la Ginebra
Bols!
-¡Y no le han
mentido! Pero este hombre además solía escribir cuartetas, y así fue que
payando una noche, le salió el vaticinio...
-¿Y que
vaticinió Don Erasmo? (¡Dios lo tenga en su gloria y no lo largue!)
-Dis, que
endicués de los malones, y de las nubes de langostas, y de Menem (con perdón de
la palabra), y de toda la cría de secuaces que gobiernan hasta hoy mismito...
-¡Pior que la
Peste!
- Dis, que para
más disgrazia, se vendrían los Omicrines...
-¡Que los pári
jáumeni! ¡No ganamos pa’ sustos en estos andurriales!
-Es que los
Omicrines son muy penetrantes, y no le hacen caso a la caroina, ni al ajo, y ni
siquiera la ruda macho los tiene a raya. ¡Más ladinos que las víboras y las comadrejas, me cache en diez!
-¡Yo los reviento a rebencazos en cuanto se me vengan al humo! ¿Pero como es que se los distingue? ¿Son como los bichos colorados?
-No, estos son
transparentes como el vidrio y entuavía más chiquitines que los piojos y las
ladillas. Pa’ más, dicen que andan recontra cabreados estos micrones, ya sea
porque no les dan tregua con el flit, ya sea por todas estas avionetas que andan fumigando la
soja, ya sea por la abundancia de incendios de montes y yuyales que los arrean
pa’ las casas. Ya no les queda ande ir a vivir a esos pobres cristos...
-Esperemos que
sea ésta la última maloneada, porque si seguimos así, no nos va a quedar ni una
vinchuca en pie para meter en el guiso.
-Vamo a tener
que salir a malonear nosotros también, como la otra vez paisano... Y que no nos
vengan a engrupir de nuevo con sus lindos discursitos, los dotores. Siempre
demasiado mansos hemos sido los criollos.
-Ya lo vé, en
todo hay que aprender de los bichos, Don Lautaro.
- Ansina ha de ser nomás, porque está escrito... Manadas, jaurías y enjambres, cada uno con cada cual, y cada cual en lo suyo. Ir poniéndose de acuerdo y marchar haciendo tropa. ¿Vió? Como en un rodeo.
- Eso mismo, rodear, esperar, rodear, y al primer grito, golpear como un solo hombre dónde más les duele.
-¡Chuzear y rajar, chuzear y rajar, y saltarles a la yugular al primer renuncio!
- Ja! Ja! Si es como
si lo estuviera viendo...
-¡Las verdades
salen de su boca como poroto e’ la chaucha, Don Amelio!
-¿Oiga Don, no
me pasaría otro matecito? Si no juera demasiado pedir...
-Aura le cambio
la yerba y nos hacemos otra ronda.
Texto: Eduardo Magoo Nico