sábado, junio 22, 2024

La más bella


 

No se trata del florecimiento de los rasgos

Sino de la desfloración de los signos

La punta de hierro rasga 

Despega cada palabra 

(De lo totalmente ajeno)

El peso cuela...

La hoja se deja penetrar 

Por las ínfimas hendiduras

Hasta el fondo


El vaivén de la pluma 

Es cada vez más rápido

El papel absorbe la tinta

Mutuamente se lubrican

Forman la bestia original

(Un sujeto de dos espaldas)

El monstruo escriturario


He ahí el punto...

Semilla de nuevos huevos

(La manía de escribir parece ser el síntoma)

Cuando pienso en esta fauna perversa

Imagino un mundo

Donde los hombres nacen viejos


Decrecen, se van arrugando

Y terminan encerrados

(Por propia voluntad) 

En una botella

Que será lanzada 

A la inmensidad del mar


Texto: Eduardo Magoo Nico

Foto: Alejandro Pi-hué

miércoles, junio 19, 2024

La espuma de las olas


 

El blanco pálido

Del puente sobre el agua

La trenzada pérgola

(Rama sobre rama)

Anuda, la blanca foresta

Al día reluciente


Los ojos puestos en el mar

Pliegue sobre pliegue

Proa contra proa

El brillo fugaz de las olas

Límpido verde

Límpido azul


Lisa como el vidrio

La roca bruñida por el agua

Ningún grito de gaviota...

Un grupo de pudúes

(Madres y cervatillos jaspeados)

Retozan entre las retamas


Si abro mi mano

Las viñas brotan entre mis dedos

Las abejas cargadas de polen

Hacen su trabajo

Y los sauces se inclinan

Gentilmente

Para reverenciarlas


Entre portales de ámbar

La marea se retira

Una enorme valva (Pinna nobilis)

Se abre entre las rocas

Mientras crestas rojas

Se encienden sobre las dunas

Para iluminarla


Cuando la noche revuelve

Con mayor fuerza

Sus cantos rodados

Ella comienza, lentamente

Su ascenso


Bajo los arrayanes

Los dioses la observan



Texto: Eduardo Magoo Nico

Foto: Alejandro Pi-hué

domingo, junio 16, 2024

Melma


 

-Bemba bunda cachucha, cachumba.

-Chulo chungo chongo, churrete.

-¡Epa!

-¡Gué!

-¡Guarango!

-¡Grosero!

-¡Botarate!

-¡Cagalindes!


En la glauca niebla, el gris y el rosa de dos jurídicos flamencos aprobaban, con sus rítmicos movimientos, la veracidad de la disputa. El alba los sorprendía metidos hasta las verijas en la fangosa


-Melmosa

-Pringosa


charca dialectal. El Prof (recién salido del armario) se empecinaba en discutirle todos los términos a un Padre Ajó (falsamente) encocoritado.


-A mí, que te he siempre considerado el Nenúfar Fleitas de mis Ballets Rusos, venís a negarme en este terreno sacrosanto, una merecida satisfacción... ¿Aquí, en esta laguna donde acampó Cafulcurá, te permitís boicotearme con tu rebelión lexicográfica?


-Amor es honor.

-Honor las pelotas...


Fue entonces, que ellas, sintiéndose mencionadas, hubiesen deseado mantenerse a flote. Pero ya todo su cuerpo se deslizaba peligrosamente hacia un abismo que parecía no acabar nunca, si no fuera porque El Prof (que tenía la botella de caña bien asida por el cogote) no lograra mantenerlo en un momentáneo, pero no por ello menos providencial, equilibrio. Agarrado ahora con las dos manos al cilindro de vidrio, Father Ajó lograba recuperar la posición erecta.


-Yo te pedí una lectura lisa y llana (con algún reflejo colorido tal vez, como estas palometas que andan jodiendo con el calor entre los juncos). Y vos ya te estás subiendo al taburete del Gran Profesor!

-Suponiendo que una lectura lisa y llana, no fuese una frase hecha, con la suma por demás redundante de dos sinónimos, y calificara de algún modo a un pez, que no es ni liso, ni llano, sino más bien chato y oblongo...

-Suponiendo.

-Por qué entonces no me pasás la botella, que te la estás chupando solo...

-Tomá, no vaya a ser que pierdas otra vez el hilo de la conversación.

-Sabés que ya no me acalambro... ¿Serán barros curativos los de estos lares?

-Clorados, fosforados y radioactivos, seguramente. No es más que un amasijo de mierda, la pampa húmeda. ¿Dónde creés que terminan todos los herbicidas que rocían las avionetas?

-Empiezo a sentirme como el monstruo de la laguna verde...

-Nos estamos metiendo en otra hondonada.

-¿Y dónde cuernos está la orilla? Ya perdí los zapatos y encima no hago más que pisar cangrejos.

-Esperá que me acuerde... ¿Dónde era que se ponía el sol...? ¡Del otro lado del rancho!

-Está clareando hacia donde vamos... ¡Tenemos que caminar exactamente hacia el otro lado, huevón!

-¡Soltá la yatebo!

-¡Soltála vos!

-¡Me voy al carajo de nuevo!

-¡Adiós!

-En tu caso, lo repito: asno, jumento y burro, es todo uno.

-Todo es Uno, en todo caso...

-Mirá lo que me viene a la memoria ahora: En una orilla de esta misma laguna, nos embarramos culeando a campo abierto con mi primer amor... ¡Mi primer amor de verdad!

-Tu primera exmujer, querrás decir...

-Es lo mismo. No sé si estuvo tan lindo, pero para uno como yo, que vive encerrado en una pieza, aquello fue algo épico. Y con el Oscuro atado a unas pajas, junando como quien no quiere la cosa el cojinche pastoral, sobre su más que adorado cojinillo...

-Todo lo que vos pensás es Vicio.

-Dentro de ciertos límites.

-Los límites le quitan encanto.

-Supongamos que una muchacha haya sido raptada por unos indios...

-Otra vez con la historia de "La Cautiva".

-"Due in una carne".

-Dos en un montón de bosta, y sin esperanza alguna de Malón, como bien has dicho vos.

-Che, me tiemblan las piernas, estoy empezando a acalambrarme.

-Paremos.

-Si nos paramos, nos hundimos.

-Acá parece que estuviera un poco más duro abajo...

-El rapto coral, la muchacha. El cándido beso que salva...

-La historia de Psique y Eros. La que inaugura todas las historias cándidamente románticas.

-¿Volvimos al Asno de Oro?

-Y a la flecha oxidada.

-¿Se oxida el oro?

-En condiciones normales no, de otro modo, no se podría atesorar.

- Es Afrodita la que condena a Psique, y la envidia de sus hermanas la que acaba con su godurria. Es una historia de competencia feroz entre mujeres.

-Y después, ella misma se manda al muere, pretendiendo una belleza que no le estaba destinada...

-De todos modos, siempre algún erotómano pintará por allí, para salvarlas...

-¿Y a nosotros quién nos salva de todas ellas?

-Como ocurre con las imágenes que se repiten, no hay una próxima vez... Todas son iguales a la primera.

-Una hermosa visión que nadie recogerá, por cierto.

-Al fin y al cabo estamos hablando de Psique: ¡El soplo de la vida, el último estertor!


Habiendo dicho esto, Père Ajó desapareció repentinamente de la superficie terrestre. Un abismo se abrió bajo sus pies. ¿Tal vez, por no haber querido nombrarla, Perséfone se habría cabreado con su augusto cortejante? El agua, como una broncínea vaselina penetrante, comenzaba a forzarle las vías respiratorias, cuando El Prof, tomándolo por los cabellos (pocos, pero siempre resistentes) logró arrancarlo boqueando del abrazo de Pupila.


-¡Me cago, uahh... en San Expedito! Gritó Ajó, vomitando un agua melmosa mezclada con alcohol.

-¡Y yo, en el Gauchito Gil!

-Creer en una imagen, es peor que enamorarse de un fantasma...

-Digo yo, ¿no nos iría mejor en la vida si nos concentráramos en salir de este infierno?

-¿Qué pasó con la caña?

-Se fue a pique detrás tuyo. Igual no quedaba más que un trago.

-Es el que estoy necesitando... ¡Joder!

-¿Y ahora, según vos, cómo se zafa?

-¡Je, je! Si uno pretende un triunfo, hay que aceptar el sacrificio...


A lo lejos una mole negra se internaba en la laguna con paso cansino y murmurando:


-De chico ya era imbécil, pero de grande se ha hecho más imbécil todavía...

-¡El Oscuro! Siento pasos de caballo, escuchá los chasquidos en el agua… ¡Oscuro! ¡Oscuro viejo y peludo nomás! Es un milagro... ¡Estamos acá! ¡Acá!


El Oscuro pegó un relincho como para asegurarlos y corrigió de a poco el rumbo, dejando a su paso una estela de espuma yodada. Su panza lo mantenía a flote como un barco.


-¡Estos pelandrunes de ciudad! ¡Después se las dan de escritores... y de gente de campo! Y terminan en pedo y a los gritos en el primer charco que encuentran. ¡Cuando lo agarre a solas al Papi Ajó, le voy a cantar cuatro frescas!


Dio una vuelta en arco buscando los juncos más altos, después encaró por el medio hundiéndose a cada tranco, pero con la absoluta seguridad del baqueano, y los sacó asidos de las crines hasta la primera barranquilla. Se quitó de encima los bultos con un violento sacudón de su piel caballuna, como si estuviera espantándose unos tábanos.


-¿Por qué será, que siendo equino, habré nacido negro y hablador? Se preguntó el Oscuro.


Los fijó con desdén desde su soberbia estatura. Y volviéndose con un bufido, en la justa, precisa, suprema dirección del rancho, cursió de lo lindo.


Texto: Eduardo Magoo Nico

Foto: Alejandro Pi-hué



sábado, junio 01, 2024

Pompas fúnebres


 

Cuando estoy contento canto o bailo

(Incluso mientras trabajo)

Y cuando me asalta la melancolía

Pienso en mis juguetes rotos

Que ya son parte del polvo

Es decir, del barro, de Buenos Aires


Me da por pensar también

Que mis libros y mis fotos

Me acompañan donde voy

(¿Flotan a mi alrededor?)

Y que mis amigos, de algún modo, están

En especial los que se han perdido

Los que se rompieron

Y los que se convirtieron

A la niebla y el hollín de Buenos Aires


La noche oscura del alma

Avanza desde el sudeste

Ya no se escucha el silbido de los solitarios

La nube que todo lo pulveriza

Hace su fango con los poetas

Más luego con sus amores

Y se queda allí arriba, amenazante


Hay que aguantar el dolor

Dicen los varones atribulados de la ciudad

Los jóvenes machitos mustios

Con sus libros sobados, sus cuadernos sucios

Y sus balbuceos entorpecidos

Por el brillo y la tristeza de la juventud


La pérdida trajo nuevas costumbres

Yo perdí mis dientes, pero no perdí la discreción

Yo he visto la boca herida

Yo he visto las encías peladas

Yo me comí todos los golpes

(El secreto está en los nervios que se tensan

Y se alargan como tentáculos

Hasta alcanzar los bordes espantosamente afilados

De la sociabilidad y del amor)


Yo perdí mis dientes

Era lindo llamar cuchitril al lugar donde se estaba

Huronera, es un decir de piratas 

Me dijo una vez Fiorucci...

Al Pelado Matosas, cuando lo largaron

Después de ocho años de secuestro y cana

Todos los lugares le quedaban grandes

Él insistía en vivir en un metro cuadrado

Abrazando su valijita de cartón

Era feliz así, había vuelto a ver a su hija

Y la piba era estupenda y militante

(Sí, sí, ya sé, pido perdón por la palabra)


Después vino un ensayo de verdadero amor

Y el raje, que no trae nada bueno

(Trae tal vez algo mejor)

Pero viniendo de este subcontinente

Que en mala hora colonizaron los godos

Lo mejor suele transformarse, rápidamente, en lo peor

Emigrar hacia el este, es emigrar hacia lo oscuro


Solo y mal vestido

(Siempre de azul o de marrón)

En medio de una banda de teatrantes

Que se arrastraban como marranos en un sótano

Escuché esos primeros ruidos de cadenas

(De los cuales las nubes son los heraldos)

Que nos alertaban sobre la catástrofe en ciernes


Se hizo el silencio y en su doble naturaleza

Comenzó a discurrir libre, mi pensamiento

¡Resiste, me dije, resiste!

El lunfardo argentino suele ser fúnebre

El tango, según me hizo ver Paolucci, todavía más

Las aventuras de la poesía

Son siempre aventuras de vida o muerte

Así, cuando yo volví al mundo 

(Y me dejé envolver por él)

Mi cotidianidad se fue hinchando 

Como una pompa de jabón...

Explotó a lo bestia (y yo con ella)


Texto: Eduardo Magoo Nico

Foto: Alejandro Pi-hué

viernes, mayo 10, 2024

Héctor Giuliano – Eduardo Magoo Nico / Diálogo sobre “Servidumbres”.


Héctor Giuliano:

Para el segundo tenor, al primero, el otro Julián (1844-1890), nunca lo escuché.
Ocurre, como los que me leen, y dicen no poder seguirme, como si esto fuera necesario, que leerte, para mí, significa lo mismo. Sin embargo, en tu aparente dispersión la unidad prevalece. Es el famoso “dejarse llevar.” Uno va al mar y se deja llevar por las olas. Y allí, entre los empujes de unas y los ablandes de otras, hay paz y uno la goza. Verdad no le falta.
Empiezo, el título: rebueno, me recuerda, a Étienne de La Bóetie, con aquello de la servidumbre voluntaria. ( Étienne, que casualmente apareció en tu muro del 15/3/24 y ya lo había incorporado antes en un borrador de pocos renglones, bah cien palabras, que dio pie a este comentario y que archivé hasta hoy). Diccionario: “Servidumbre: trabajo de siervo, su condición/ Sirvientes de una casa/Sujeción u obligación inexcusable de quien se deja dominar por las pasiones y afectos/ Derecho en predio ajeno que limita el dominio en éste que está constituido en favor de determinadas personas.” Hasta aquí el primer efecto. Bastante fecundo por cierto y que no deja de ser un pantallazo. ¿Es Étienne quien se lleva el portal? No pinta flores para el caso. Hay en el poemario un poco de todo de aquello que las aproximaciones lingüísticas y los conceptos validan. Lo sabemos, el poeta creaciona, (vale), exprime, aplana, exalta o rechaza, y tantas cosas más, al idioma, conforme su caprichoso espejismo, que será o no. ¿Expreso con esto mi punto de vista? No sé. Releo “Servidumbres”: la relectura puede ser hartura, costumbre, pastura, usura, sol o moribundia. Que tampoco es el caso, me inclino por un sol crepuscular, no el crepúsculo vespertino sino el del alba. Antes que nada: cito a Marianne Moore, como ilustrativo de lo que sigue, a esta altura del partido ya no tengo tantos referentes, “…lejos de las polémicas y las personas coléricas.” Porque andar por estas callecitas implica delicadeza y cuidados y a ella le debemos deferencia. Y también transitar el estrecho espacio que nos permite la voz propia. No la originalidad rebuscada, que es soberbia e hinchazón, como decía Agustín de Hipona.


Eduardo Magoo Nico:

Caro Giuliano, por fin me he hecho un hueco de tiempo para responder más o menos puntualmente, a tu generoso comentario. En primer lugar, “el primer tenor” era el primo de mi bisabuela María Gayarre a la cual conocí y frecuenté en mi infancia. Digamos que esa casa, a pocas cuadras del estadio del Club Los Andes, en Lomas de Zamora, fue el paraíso de mi infancia. María Gayarre “la jefa espiritual” de mi familia materna, vivía con sus tres hijas solteras, Marta (mi madrina), Chola, y Godoliva (Godo), costureras y obreras del vestido. En esa casa aprendí a tirar con la gomera, a trabajar la madera (mi bisabuelo, al cual no conocí, era ebanista) y luego allí, había también gallinas, perros, jaulones con pájaros, una cotorra, una urraca paraguaya, huerto, higuera, patio de tierra, plantas, flores, se jugaba a la quiniela, se escuchaba exclusivamente Radio Colonia (durante la dictadura) y por allí pasaban jocundos personajes del barrio, se contaban terribles anécdotas e historias. Allí se hacían los grandes asados y comilonas en los días de fiesta, se bailaba, y se bromeaba en una atmósfera cargada de sana sensualidad. Allí también se hablaba de política, había peronistas, radicales y algún comunista solapado en la parentela. En la mesa estaban prohibidas expresamente por la Matriarca las discusiones (algunos de mis tíos abuelos era pesos pesados, de cuchillo en la faja) y eso se respetaba a rajatabla. En los sótanos de esa casa mis tías escondieron un mimeógrafo y libros, de los cuales no quería desprenderme durante el período más duro de la dictadura, y mi madrina en un aparte, me dijo, que si necesitaba una pistola ella conservaba la del abuelo. Para completar la semblanza, Julián Gayarre no dejó ningún registro de audio, se conoce su canto solo por las descripciones de las crónicas de la época. Por otra parte, el segundo tenor, el pulpo Julián Gayarre (un pulpo de pulpería) carece de aparato de fonación. ¡Dos tenores mudos!
Es justa tu apreciación en cuanto al título. En un principio se iba a llamar “Yanaconazgos” y luego decidí darle una mayor amplitud de miras, con la elección de “Servidumbres”, como título. No conocía por entonces a Étienne de La Bóetie y su famosa frase. Allí están todos los elementos negativos de la enumeración del diccionario, pero sobre todo, también, los positivos, mi sujeción o servidumbre a la poesía y al amor. De los que muy a mi pesar he sido, y lo seré por siempre, “su más seguro servidor”. ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ja! ¡Jai!


Héctor Giuliano:

¿No será, volviendo a Étienne, que somos animales serviles como los hay en toda manada, disimulados por el formidable, inatacable y bombástico aparato cultural de siglos? ¿No será la animalidad tomada a rajatabla la clave a considerar para una organización humana más realista? ¿Más etólogos? Al fin y al cabo, los tiempos se tocan. Se instala al hombre sobre todo lo creado como rey, conforme su “espíritu” y logros, sea la razón o sea la fuerza, su ordenamiento social y demás. Que no va más allá del viejo concepto medieval que era el centro de todas las cosas con la tierra centro del universo. Por lo que se ve, ninguna teoría aplicada hasta ahora dio en la tecla. Quedaron en el camino muchas, para relanzarlas una y otra vez, retocadas, con variada suerte.
En cuanto a mí, y digo en cuanto a mí, porque todo lo expuesto arriba o más abajo y hasta el final, aunque en cierto desorden, producto de apremios en su redacción, converge en mi visión de “Servidumbres”. Desde mis vivencias que se cruzan como en los resultados de balances para constatar si hay fallas o números pícaros, lo que dice el poemario y su propuesta se cruzan igualmente y es aquí es donde la escritura se hace abrojo para mí como lector.
Me llega, en mi accionar diario, esa buena frase de Elvio Gandolfo: “coraje tranquilo”, y con 76 pirulos di más de lo que podía. Cargo con mi italianidad trunca y mi criollismo rengo. Y algo hay de aquello que la lengua es la patria, al menos para mí. ¿Valdrá en los tiempos que corren, tan apáticos? De italiano comprendo bien pero no hablo con fluidez. Lo que me corta las patas es la pérdida de mi dialecto piamontés, nunca lo hubiera creído, que guardé años fluyéndolo con un grupo reducido de patriarcas y de a poco se desvanece en la memoria. Contracorriente; es costumbre actual echarle la culpa de Herr Alois Alzheimer. Todavía no anda por el patio, pero nunca se sabe. Ya no tengo con quien hablar con ese vocabulario tan rico, granuja, sagaz, alegre, agarrado a la tierra, imaginativo, flexible y penetrante. Ése con que me crié y sufrí con mis viejos y su alejamiento del terruño, los crudos relatos de mi viejo como esclavo de un campo de concentración nazi echados en batiente con la fuerza dialectal, las dos guerras, 14 y 45, pasadas por la familia, la lucha diaria, la venida a San Rafael, Mendoza, el desangre en las viñas y frutales donde debuté laburando a los ocho años, la fuga de los viejos al Gran Buenos Aires, Ezeiza, Tristán Suárez, el casi no cenar, conseguir laburo, la secundaria nocturna, el bajón de abandonar Medicina cuando había empezado a tomarle el gustito, los cines de Lomas, el asombro de ver allí a Zabriskie Point, todo un suceso, Bach, Armstrong, Miles Davis, las historietas, muchas, el vagabundeo por provincias laburando de esto y de lo otro, la mierda política que no dejaba respirar, los Rolling del Beggars Banquet, con ese tema que le venía como anillo al dedo en la voz que arrastraba Mick, “Revolution”, no el Jagger que da conciertos en Davos para los jerarcas económicos del planeta, con Bono de U-2, algunos raperos y otros ricachones como Paulo Cohelo, el viaje de Jasón y los Argonautas que significó la clausura de la inocencia, los coqueteos iniciales con la mierda de “Tacuara”, el veloz abandono de sus garras que fueron jodidas, seguir viviendo de prestado y laburando por dos mangos en las Piletas Olímpicas del Aeropuerto, pasar allí el corazón del despelote de los dos viajes de Perón, en el 72 y la masacre del 20 de junio del 73, trabajar en el viejo Policlínico de Ezeiza, proyectar “Operación Masacre” allí, todo un acontecimiento, tomar partido y perder amigos, etc. Y esta síntesis despelotada es lo que me sugiere “Servidumbres.” Y en esos filos escriturales también hay flecos de la Argentina que es ineludible en nuestra experiencia. ¿Me seguís todavía? Jaja, te compadezco.
Como a vos me gustan los pulpos. Meto en el cariño elefantes y rinocerontes, caballos, mulares, burros y perros, batracios, lagartijas cuyanas, las negritas que abundan en rinconcitos y los hurones. Por ahí, Eduardo, no tengo claro cómo dar un tranco más adelante. Lo que aquí comento, metiendo parte de mí y dificultades varias, son una porción personal que se arrima, como dije, y que apuntan en conjunto y separado a tu libro. Es la impresión que me causó, y necesariamente influye en mi personita y lo que me tocó del texto.
Leí desde muy temprano todo lo que caía en mis manos como si fuera un balance. Ignoro, en principio y al principio, al autor. Me recato en lo que la lectura da: una evocación, algo que pasó y se renueva y muerde, un olor, una vivencia, el ojo que no ve y o el que ve demasiado, el macro y el micro y lo que el ojo adivina, sugiere o tuerce para su beneficio, etc. Luego, decantando, lo corporizo. Me pasó con mis primeras lecturas de Rimbaud, leí sin orejear siquiera su biografía y demás. Un librito prestado por un amigo que andaba de hippie. Y fluyó perfecto. “Azar objetivo”: con respecto a este punto que citás en un chat me toca. Y diría que me des un fogonazo más para ver en qué consiste según cómo lo entendés. ¿Hay algo que junta rayos dispersos y por ahí confluyen algunos? ¡Una rareza concurrente en siete mil millones de habitantes de este dulce y vesánico planeta! Si bien no soy muy hincha, pero a decir verdad me rindo, tengo mis simpatías y miriñaques por los hechos fortuitos que nos enganchan y ponen en contacto de alguna manera azarosa, supongo que esto querrás decir. Me pasó varias veces con encuentros y “casualidades” que me sacaron de algunas cargas muy pesadas.” ¿La razón?, no tengo la más remota idea.


Eduardo Magoo Nico:

En cuanto al “azar objetivo”, he tomado ese concepto de Bretón y los surrealistas, a los cuales descubrí gracias a unos cursos teóricos de Nahuel Moreno, y luego estudié con devoción desde muy jovencito con 18-19 años (desde el 75 en adelante, digamos) y constituyó el centro de mi militancia artística y política hasta el 83.
Cito: “El azar objetivo (hasard objectif) es uno de los conceptos fundamentales del surrealismo. La expresión procede de Engels, pero André Breton, teórico del movimiento, le dio un sentido peculiar. Designa la confluencia inesperada entre lo que el individuo desea y lo que el mundo le ofrece. Así, uno está pensando en determinada persona y de repente, al cruzar una esquina, topa con ella. Se trata, pues, de coincidencias o casualidades, pero cargadas de un valor emocional que las vuelve significativas. El psiquiatra Carl Jung, en sus últimos escritos, estudió también este fenómeno y lo denominó fenómeno de sincronicidad.”
“El encuentro fortuito de una máquina de coser y un paraguas en una mesa de disección (Lautréamont), es actualmente un ejemplo muy conocido, casi clásico, del fenómeno descubierto por los surrealistas de que la aproximación de dos (o más) elementos aparentemente extraños entre sí, en un plano ajeno a ellos mismos, provoca las explosiones poéticas más intensas. Innumerables experimentos individuales y colectivos […] demostraron la utilidad de este procedimiento. Se comprobó que cuanto más arbitrariamente se reuniesen los elementos, más segura era una reinterpretación total o parcial de los objetos, a través de los chispazos de la poesía.”

“El azar-objetivo de Bretón y los demás surrealistas supone la visión de la reconciliación, siquiera momentánea, entre el objeto y el espíritu, entre la naturaleza y la cultura, entre la realidad y el deseo.”


Héctor Giuliano:

Viene otra cara de mi lectura: Imán/ ladillas/ la montaña, me trae a Marina Tsvietáieva y uno de los mejores poemas que leí de ella: “ I. // La montaña aquella era como el pecho/ De un recluta abatido por el proyectil”, (“Tres Poemas”, Alción Editora, Córdoba, 2006. Versión Irina Bogdaschevski), y ese desafío decimonónico que supuraba de sus trabajosa existencia... “Escribir/..es entrar sin permiso”. Y me lleno con: “Lo que sube es la humedad/ aliscafo”. ¿No es un invento de Piccard, un triestino? Continúo con Antonio Prieto, tanto que lo cantábamos de pendejos, “la novia”, y hoy largó, bienvenida la remembranza, brotes con vos.
¿Orto-huerto? En este jueguito verbal traigo a colación una página de internet que recibo en mi correo por parte de parientes, “coltivare l’orto con passione”, ja ja, lo escuché de una rosarina residente en Cúneo (no el atorrante de Libarona). “Sigamos soñando los setentas”, ahora sé que es biso = secreción, viscoso. ¿Lovecraft? Lo coloquial setentoso y que se borda con González Tuñón, un tanto, sigue por varios, Mario De Lellis, L. Luchi y epígonos, el tango, el barrio, el fútbol, las primeras escaramuzas políticas, etc. Que se asegura con el primer Gelman, lo popular, gatuperio, caciques, leo al margen de las intenciones del autor y es lo que me produce caer en él. No citaré versos, aunque el merecimiento lo exija, son muchos los que saltan y bailan, y te aburriría de comentarios huecos.


Eduardo Magoo Nico:

De Marina Tsvietáieva, he sido un apasionado lector. He leído sus monumentales dos volúmenes de correspondencia, editada por Adhelfi en italiano, y luego (mucho después) por Anagrama, en castellano. Y lo que pude conseguir de su poesía en castellano e italiano. Su triángulo amoroso con Rilke y Pasternak, reflejado en esas cartas, es de un lirismo exacerbado y magnífico. Su vida fue tremendamente desgraciada (según ella misma, digamos). Por poner solo un ejemplo: Cuando finalmente logra ir al encuentro de Rilke, él muere. La respuesta a su última carta (Rainer María era ya cadáver, pero siguió estando vivo en ella) es desgarradora.
Piccard fue un suizo, inventor del “Batiscafo” que llevó por nombre Trieste, (de ahí la confusión), no inventó el Aliscafo. ¡Ja! ¡Ja! Desde muy chico mi padre nos llevaba a ver el viejo puerto de aliscafos e hidroaviones de Buenos Aires que se encontraba frente al Aeroparque Metropolitano, en la Costanera Norte. Mi relación imaginaria con estos bichos, siguió con mis viajes a Uruguay (hice unos cuantos porque tenía una novia en Montevideo). Y también desde Trieste hacia el Istria y el Litoral Adriático. Antiguamente, había una línea de aliscafos e hidroaviones que hacían esa ruta, y aún hoy hay, o había hasta hace poco, en verano, viejos aliscafos (esos de ala en arco y semivolantes) que conectan con el litoral veneciano del Istria (eslovena y croata).
El Biso, o Bisso en italiano, del poema, se refiere a “una fibra tessile di origine animale, una sorta di seta naturale marina ottenuta dai filamenti secreti da una specie di molluschi bivalvi marini (Pinna nobilis)”. (https://it.wikipedia.org/wiki/Bisso).
El poema tiene una linda historia, pues llegó a las manos de quien lo inspirara, la última tejedora de Biso según el rito antiguo (judeo-fenicio-cartaginés), Chiara Vigo, una verdadera sacerdotisa de este culto, cuyo laboratorio se encuentra en Cerdeña. Se lo llevó una amiga y lo conserva entre sus objetos preciados.
Con Lovecraft no tengo nada que ver, al menos conscientemente. He leído alguna cosa de él, que no recuerdo, pero nunca fui devoto de su literatura.
Con relación a lo “coloquial setentoso”: Sí, seguramente, en cuanto a Raúl González Tuñón, que aprecio. Algo de Gelman, tal vez se me pegó, o de Benedetti, aunque nunca me terminaron de gustar. He leído abundantemente a Néstor Perlhonger (ascendiente mitteleuropeo, “Austria-Hungría” es el título de su primer libro de poesía), Osvaldo Lamborghini, Luis Guzmán (El Frasquito, 1973) Rodolfo Fogwill (Los Pichiciegos, 1983) y soy fan de César Aira. Y desde luego mis maestros electivos (tengo que darme corte) Juan L. Ortiz, Witold Gombrowicz y Juan Filloy. Y me olvido de la principal, la que me contagió poesía desde mis dulces dieciséis, Alejandra Pizarnik, agradeciendo a una compañerita del colegio que me la hizo conocer, y por ella a Fijman, Cortazar, Orozco, y luego todos los beatniks (Corso en especial), y los poetas del rock, con el Flaco Spinetta como abanderado, y sería cosa de nunca acabar, ya me fui al carajo. Je! Je! (Debería agregar a Borges, Onetti, Héctor Tizón, Saer, Arlt, con ascendiente mitteleuropeo, también, y a mi admirada poeta y amiga de juventud Alicia Odorico (con abuela triestina, además, todos los caminos conducen a Roma).


Héctor Giuliano:

Sigo. Por ahí un verso nítido, y por ahí, una oscuridad, dichosa sea, que corta el desarrollo, no banal, sí necesaria. Escribís como abrevando en la realidad y por ahí, lo mejor, fuera de ella. Una zambullida en la diversidad temática como queriendo atraparla dejándola ir. Al primer ojo “Servidumbres” parece difícil de seguir, con saliva van apareciendo islotes que abordados nos dan agua clara, vegetación y oxígeno. Por ahí parece una enumeración de obsesiones, que todos las tenemos, y por ahí se esfuman en esa densidad. Y saltan, por ejemplo, ¿abreviatura o pausa?, TBC: ¿“tuberculosis bacilar crónica” o qué? La diversidad no apabulla, aunque hay alguna trancazón/ juegos, luces, planchazones, alas en la pista de aterrizaje y alas en el aire, alusiones fuera de texto en permanente dinamismo que me lleva al futurismo de don Filippo Tommaso Marinetti, no en lo político/ hay rutas tranquilas y volantazos medidos/ centímetros de casi prosa, sin descansar, exigiendo aire, por ahí “Ka” me remonta a un relatito mío, “Kra”/ una zambita/ nupcias. Y me regodeo. Sé que es defectuoso este embarulle, no lo haría de nuevo. Habitualmente, los comentarios, como decía más arriba, se hacen para levantar la jactancia de quien los emite y no del texto, quisiera escapar de esto. Pero las palabras no vienen. Sigo arrimando el bochín. Hay solvencia en “Servidumbres”, harto que es mucho artificio, y el arte, palabra que como todas las instituidas clavo con alfileres, no pleonasmo, es eso. Y cuadra bien. No aquellos poemas que tradicionalmente son inevitables y universales, con palabras que “deben ser poéticas”, tan tolondramente líricos, o esos manifiestos chotos a que nos tiene acostumbrado un elenco estable de poetas, a esa hemorragia kitsch y tremendamente corriente. Dicho sea de paso, es muy difícil escribir sobre los sentimientos. Dejo el tema para especialistas del corazón. Por mucho, tus glóbulos rojos en el poema carecen de hipocromía, ese desteñimiento corpuscular que los empalidece acompañando la anemia. El poema habla solo. Releo discutiendo con el texto, Y hay matices de los buenos, tartajeos, enfurruñes, socarronería quizá. El poema presenta y aparta níquel que brilla con veleidades distintas, y por ahí amaneceres que embotan y recortan su costado negro. Las palabras buscan enigmas, satisfacen o no, o son pisaverdes, o sea matonas, se imponen de a disimulo: entusiasmo, alejamiento, chispazos que superan a los apagones que se cuelan cuando escribimos. Y máxime en tu amplio arco temático que abarca muchos asuntos y si uno se descuida pasa de largo. Me siento con esto muy por debajo de la enjundia, que trata de convencernos con cierta cultura agriada, y sumo, el sentido olvidado de enjundia, “sebo, grasa” y patino. Me abatata tontear y tantear un comentario mínimamente válido. Me viene en mente esa frase del Fenelón, “Nuestra razón no existe sino en nuestras ideas claras”. La razón, que tanto ensalzaba Demócrito y al mismo tiempo decretaba su caída, parece contraponerse a la imaginación que es un motor muy poderoso, como tantos. “Oh, tú pobre razón! ¡Tomas de nosotros tus pruebas y quieres vencernos con ellas! ¡Tu victoria es tu caída.”. No obstante nuestra sabiduría, o como se llame, se halla en aquellas ideas oscuras que aún no vemos claras o entendibles. Si uno le da una vuelta a la tuerca notará que esta oscuridad que pecha resulta al final de cuentas la más activa y feraz. Mientras la “razón y la sensatez” gobiernan la vida, las indistinguibles causas, ese nudo de dudas y esfinges que nunca se acallan, muy excavadas en nosotros, nos rumbean hasta el mundo íntimo y suelen conducirnos, la mayoría de las veces muy trabajosamente, muy lejos. ¿Acaso la imaginación no produce los monstruos que Goya pintaba? ¿Acaso Einstein no es el abanderado de la misma en la Teoría General de la Relatividad que es el monumento más colosal que parece nacer de un delirio? Sin embargo, si lo imaginativo no se hace pedestre es un mero ejercicio inútil. Con vos se van ganando escalones y se afianzan en una larga plasmación, manejás un espectro abundante de arbitrios. Me da la impresión de que escribís desde una cofradía, un grupo soterrado, como la mayoría que rehúye de lo común, un lugarcillo casi secreto, que no lo es, y que tiene por meta dilucidar aunque sea de fastidio o hastío, o ensombrecer las cosas para machucarlas y estudiarlas, elevándolas.


Eduardo Magoo Nico:

¡Qué decir! Tu discurso no deja resquicios. Se me ocurre que me queda grande, que a mi pechito gentil de boyero, no le da el piné (índice de Pignet) para semejante traje. Pero se agradece. Y aunque como decía un ñato es mejor no aclarar porque oscurece, comento un par de ítems.
TBC, es el título de un tango-milonga, y quiere decir “te besé” como suena.
El futurismo ha sido una fuente en la que he abrevado en sus diferentes derivas, y en todas las expresiones artísticas. Tanto en su variante italiana (cooptada por el fascismo) como en la rusa (cooptada por el bolchevismo). Creo que fue la gran ruptura, la gran divisoria de aguas con todo lo que lo precede, y que abre la estación más prolífica de la cultura del siglo XX, con su vertiente nord europea, en especial, que va a confluir en el Dadaísmo y luego el Surrealismo. Una buena colección hay en la Antología de la Poesía Surrealista, de Aldo Pellegrini, mi libro de cabecera en tiempos aciagos de clandestinidad, y que llegara a mis manos poco antes del golpe del 76. ¿Nombres? Una larga lista de todos los “popes”, a los que agrego, por destacar algunos, los que conservo más frescos en mi memoria: Joyce Mansour, Leonora Carrington, Max Ernst, Jean Arp, Tristan Tzara, André Breton, Benjamin Péret, Renée Crevel, Robert Desnos, Eluard, Bataille, y desde luego sus precedentes simbolistas, Lautreamont, Baudelaire, Rimbaud.


Cito, entonces, por ùltimo, un fragmento de prosa exquisita del final del comentario de Héctor Giuliano a “Servidumbres”:

“No sirven los bloques de granito ni los llanos menores, lo que de antemano parecía apropiado y enceguecía fue una engañifa que una y otra vez fracasó. Y hay una palabra criolla que viene al pelo y es “brillazón”, espejismo, apariencia. No hay reglas, ni envases, ni bibliotecas, ni voluntarismo, ni coronas, ni mendigos, ni frutos rojos ni carros alegóricos, tampoco calle y barro excluyentes como faros. El mundo es fatal, sin precipitarse en el fatalismo, que es otra cosa y, de hecho, ambos, por antonomasia, son etiquetas. En “Servidumbres” está reflejada esta gusanera, estos meta-himnos, estos sub-himnos de frases que suenan como en un caño y que se propagan en cierta línea. Este pudridero que choca, se agranda y se contrae de manera que encara lo que toca. Turbio el lenguaje humano, miasma, baboso en sus escurridizas trampas, lenguaje de buzo, prendado, forastero a la tarjeta SUBE y la sartén cotidiana. ¿Será? Y todo lenguaje se suma al palabrerío antojadizo, inminente y eventual que constituye la burlesca, seria, llorada e hinchada poesía. Pero esto no tiene nada reprobable. Así es el juego o la adivinanza de esta culebra en fuga.
Y la poesía es la asociación emocional o fría que produce en el lector un cebo que lo atrapa y llena, como puede convertirse en los trazos que una tiza escabulle en un pizarrón, los que se borran al primer trapazo, humilde, sin apuros de perpetuarse, desgraciada de elegancia.”


PS: Espero el “Urdáñez” entonces, Héctor, cuando esté listo. Y esa novela ambientada en San Juan (a propòsito de ese relato que me hicieras de tu visiòn de la provincia, que no tiene desperdicio).
Un abrazo y la seguimos.


Foto: Héctor Giuliano.


domingo, abril 07, 2024

Capi Cúa


La anómala mona

Por abajo le mojaba la mojarra

Asna, gansa, saca vacas...

¡Pero, cuánta salud en las nalgas!


Escoba en mano

Entra en escena la Madama

-¡Acaba, acaba de una vez! Le dice a una.

Ameniza el drama Flora

(La otra parda)

Que gorgorita sus trinos

Agarrada al canapé


(¿Acaso es broma el amor, amante?)


Arde Fedra, Elba habla

Sarita comenta...

Óigole su elogio:

-¡Qué par de glándulas!

-¿Eréctil yo? Por favor…

¿Acaso me toma por un Homo sapiens?


Cuando el toro no torea

¿Qué sucede?

Ella cede, y el embutido se adolece

De alguna imaginaria enfermedad

(Lo sanarán al sol las alemanas)


Mientras en el Convento:

-Sor Eva, se lo ruego

Lleve usted una muda

Nunca se sabe…

-Todo lo legal, la fe flagela

¡Los gladiolos también se adoran de rodillas!

Responde con firmeza, la Madre Superiora.


Adonde va

Tragar es gratis

Se roban solo los sabores

Opípara papa, ella se da...

“Yo digo que a mi mapa se lo mima

De sur a norte

Y trasca, se lo mangan mal

Sin empatía

¡Es que es tan raro enamorarse!”


A su acoso con eclipse

Le propino un vendaval

Mi situación se vuelve endeble

La grecorromana iglesia, amenaza

Desatándose el cordón

-¡Por culear también se lucha! Increpa.

-¡Habeas corpus! ¡Habeas corpus! Objeto yo.

-Oscula, non oculi, sunt in amore duces.


Niente da fare...

¡El latin no funca!

In primis et antimonio

Fiat voluntas tua

¡E che Dio ce la mandi buona!


Texto: Eduardo Magoo Nico

Foto: Alejandro Pi-hué