En un cuarto de tres paredes
(Pues la cuarta se abría a un espacio desierto
Del cual provenía, tamizada por un tejido liviano
Una tenue luz blanquecina)
Estaba la princesa durmiendo
Se la veía discretamente recortada en la penumbra
Con un niño bajo su brazo derecho
Al despertar, me invitó a entrar
Hizo que me sentara sobre una piel de venado
Junto a su camastro...
Vestía una falda morada
Y llevaba el pecho desnudo
Esperé en silencio
(Como correspondía a la etiqueta
Que regía y demoraba todos sus actos)
Que iniciara la conversación:
Pertenecía a una antigua estirpe
De caciques Pampas
Cuyo centro era la sagrada laguna de Carhué
Pasado un tiempo
Mi anfitriona tembló y sonrió…
(Habíamos simpatizado)
Su serena convicción ocultaba
Una exquisita precisión idiomática
Que no parecía de este mundo
Algo así como escuchar
(Por primera vez)
Los acentos y las entonaciones
De un rapsoda griego
En el siglo de Pericles...
Con su relato creí comprender
(Como nunca antes)
La historia de una vida:
La suya
Los hombres habían disuelto su infancia
Y sin embargo
Se habían hecho ver fugazmente
Desde lo alto de sus cabalgaduras
Como el más hermoso
De los espectáculos del firmamento
En ella fueron ideas, palabras, gestos
Dejados atrás
Abandonados uno a uno
Con el transcurrir del tiempo
Luego de meditar largamente en sus rostros
Bellamente pintados
En las terribles máscaras
En los tocados de magníficas plumas
Comprendió que no eran artistas...
Si no el arte mismo
El fin último de la manía melancólica
La guerra con el huinca
Los había empujado a marchar
Muy lejos
Más allá de la última frontera
Allí donde se adquiere el saber
Y el valor necesarios
Para enfrentar
La polvorienta y estéril frivolidad
La habían aspirado, sí
Minuciosamente
Hasta el fondo (como se inspira la vida)
Y una vez transformada en vapor y saliva
Con ella regaron generosamente
El vasto campo del país del alma
Esto último, no me lo dijo ella
Lo agrego yo
Hace tiempo que han dejado de vigilarme
Y nada impide mi regreso a la “civilización”
(Es decir, al horror de una vida bestial y salvaje)
En tanto mi osamenta me acompañe
Seguiré con ellos hasta el confín de mi destino:
La Cruz del Sur
Texto: Eduardo Magoo Nico
Foto: Alejandro Pi-hué
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