miércoles, mayo 17, 2006

Incursio



Solo es perfecto

Uno de los innumerables puntos

Que transforman sin tregua

Lo existente

Pero ese punto tiene un vicio (oculto)

El punto que cierra

Es el que da la muerte

A los enfermos de la perfección

El amor da sin embargo

Una perfección, que no muere

Pues el amor verdadero

Es la combinación imperecedera

De lo perfecto y de lo muerto

En un punto determinado de la historia

(De toda historia de amor)

Cuando los palacios están incendiados

La escritura perdida, el oro inhallable

Los hijos abandonados, la familia aborrecida

Elegimos la perfección contra la fuerza

Si la fuerza sueña una expansión indefinida

La perfección no puede

Debe restringir siempre el círculo

Cerrar el iris

Abandonarse a una larga, minuciosa (extática)

Exposición

Al deseo de una lámina

A un tiempo afilada y veloz

Que guillotine

En ese punto

En ese preciso (imperecedero) instante

El Deslumbre

La imagen que se abre como el grano de la espiga

(Divina eclosión)

Bromío

Ergot

Quien regresa de ese punto

(Negro tu pelo de trigal carbonizado)

Ríe y llora como todos

(Pero, no ya como débiles presagios

De temblequeante humanidad)

Porque nuestra risa y nuestro llanto

Habrán vivido siempre después de lo perfecto

Y más allá de la muerte…

En ese entonces

Acompañado por el dios infatigable

Yo era un sonido y una antorcha

Y vos esa chiquilla

(¿Hija, corazón, irías a recoger un poco de azafrán para tu madre?)

Que por una rasgadura de la túnica

Dejaba asomar una tetilla

Luz pura de pleno verano

Lágrima que ríe

Esa eras vos

La madre y la hija

Inseparables

Texto: Eduardo Magoo Nico
Foto: Gustavo Piccinini.


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